El presidente Feliz cumpleaños. Por Sara Liponezky

Según informan los medios el presidente Milei viajo a Mar del Plata para celebrar el cumpleaños de la que dicen es su novia. Parece un acto normal en cualquier mortal, pero quizás no lo sea en este contexto. Al menos nos resulta chocante. E inevitablemente nos remite a esas situaciones que conocemos – por información seguramente sesgada- – en algún sultanato de países africanos, con escenas obscenas y algo perversas que muestran al sultán en medio de una orgia mientras el pueblo se desangra por falta de salud y pobreza.
¿Algún argentino o argentina de bien puede compartir, mas allá de la frivolidad de los personajes, que estamos para feliz cumpleaños? Las y los que ayer fueron a comprar papel higiénico ($2000) , dentífrico ( $5000 marca económica) yerba ( $3000 ideen marca) mochila escolar ( 50.000 con carrito ) salvo que a partir de ahora condenemos a la niñez a enfermar su coman tempranamente. Y solo se trata de citar pocos productos no suntuarios (la leche y la carne para vastos sectores ya lo son) Esos son los números descarnados y concretos de la descomunal devaluación. A los compatriotas que atraviesan enfermedades complejas y ya no podrán asegurar su tratamiento cuando la medicina prepaga se torna inaccesible y la salud publica colapsa.
A las y los inquilinos con contratos vencidos, liberados a la suerte del mercado que ya está cotizando en dólares. A las y los trabajadores desolados y en pánico ante la inminencia de quedar abruptamente sin trabajo de manera arbitraria o por la liquidación de empresas públicas. A la comunidad que solo puede acceder a la recreación y la cultura – que hacen al bienestar de los pueblos- si la brinda el Estado. Este Estado que se propone desfinanciar hasta las bibliotecas populares.
Sería muy extensa y agobiante la lista de efectos altamente dañinos para casi todos los sectores que ha provocado este tiempo de gestión autodenominada libertaria. Y los que sobrevendrán si el congreso consuma la desgracia de que el proyecto de ley exprés se sancione. Mientras tanto, es evidente y respetable en honor a la democracia, que aun exista cierta expectativa en una parte de la sociedad. Pero este tiempo de espera tiene un enorme costo y el horizonte venidero no parece aliviarlo.
Estamos ante dos países contradictorios: el de la sociedad que padece y espera y el de la ensoñación presidencial, teñida de euforia, mesianismo y eterna admiración a latitudes nórdicas
La farsa duele, aunque tal vez no sea la única en esta tragicomedia.

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