El bombo de Perón no se puede morir. Por Miguel Angel De Renzis
Este 1° de julio se cumplirán 50 años sin Perón físicamente. Pero hoy se murió otra vez. A los 84 años dejó de sonar el bombo peronista del Tula.
Se murió la rebelión del canto, el grito del pueblo, el murmullo de la tribuna, el bombo de Perón.
El peronismo perdió a su bombo mayor.
Un rosarino furioso hincha de Central, que curiosamente, su primer bombo fue consecuencia de una trifulca con la barra de Velez, que dirigía entonces “Pistola” Gamez, un viejo radical de Liniers.
Al Tula le quedó el bombo.
Sí. El primer bombo que tocó el Tula fue un bombo radical. Le pegó tanto a ese bombo, que al final el pobre, con tal de que no lo castigara más, sonaba solo la Marcha.
Se murió el Tula. PERO NO ME CREAN, NO ES CIERTO. NO SE PUEDE MORIR EL BOMBO DE PERON.
Y un día se produjo el milagro. En el exilio de Madrid el General le regaló un bombo a Carlos Tula. “Este sí que es de verdad. Este me lo dio él”.
Y el bombo sonó en todas partes. Y apareció en el Mundial del 74 y lo acompañó hasta ayer.
Es el mismo que aplaudió la FIFA. El que no había faltado a ninguno de los mundiales. Sin saberlo, el Tula se había transformado en la continuación espiritual cuando ese mismo año 74 Perón se inmortalizó.
Cincuenta años después se va el Tula.
Se murió el bombo de Perón. NO ME CREAN. ES MENTIRA.
El bombo de Perón no se puede morir. Es el mismo que en una tarde de soledad sonó fuerte en la Plaza de San Pedro, y la guardia suiza del Vaticano salió asustada, tratando de hacer callar a esa persona que en la soledad golpeaba un tambor grande.
“Diganle al Papa que está el Tula. Que lo quiero ver”
“Su Santidad está descansando. No se lo puede molestar”.
Y otra vez el repiquetear del bombo.
De vuelta, la guardia suiza.
“Diganle a Francisco que está el Tula de Argentina, que lo quiere ver”.
Impactados por el hombre que seguía golpeando el tambor, pasaron la información. Y cual habrá sido la sorpresa cuando el Papa lo hizo pasar. Trataron de que no pasara con su bombo. El Tula sonrió y dijo “Si voy yo, va el bombo”. Y por lo bajo susurró “Es el bombo de Perón”.
Y se fotografió en la silla de Francisco.
El mismo bombo que con el abogado José Antonio Perez buscamos a los militantes dispersos cuando en el traslado de los restos de Perón en San Vicente se produjo una balacera.
Es el mismo bombo y el mismo Tula que recorrieron el mundo y que cuando premiaron a Messi, a Scaloni, al Dibu Martinez, también le tocó a él. Pero el mensaje oculto era que estaban premiando al bombo de Perón.
A los 84 años se murió el Tula. No me crean. Es mentira. Simplemente dio el paso a la eternidad del hilo espiritual del peronismo militante.
A 50 años del retiro físico de Perón se va el bombo de Perón. Pero siempre quedamos los peronistas para recordar esa continuidad espiritual del sentimiento popular en un parche golpeado y golpeado, por sacar compases que acarician el alma de un pueblo activo en busca de la justicia social.
Ha muerto el Tula. El Tula vive. En cada bombo, en cada hincha, en cada bandera de Central, en cada sindicato, en cada manifestación, en cada lugar del mundo, el bombo de Perón no se puede morir.
Hasta siempre, hermano.