Extravagancia mesiánica en tiempos de colapso económico y crisis espiritual. Por Gabriel Sanchez

Milei se pasea por el mundo llevando su mensaje, que a esta altura ya no sabemos si es liberal, anarquista, antisocialista o antihumano. Poco importa, Milei está tan abstraída en ese mundo imaginario que montó, que hacerlo volver se torna imposible. Años de canalizaciones con Conan claramente lo dejaron perturbado.

El próximo paso de Milei, seguramente sea algún tipo de colapso místico en alguna ciudad europea, dando tumbos y llorando frente a miles de franceses desprevenidos. Esas demenciales noches donde Karina hacía contacto con Conan y Santiago Caputo corría por los pasillos con profecías de Parravicini, finalmente dieron su fruto. Milei está tan abstraída en ese mundo imaginario, donde con su motosierra mata dragones comunistas, que hacerlo volver a la realidad ya no es una opción. Sería inutil hablarle de algo tan lejano como la Argentina. Milei es un caso perdido. Ya lo dijo el antropólogo Joseph Campbell, que el mundo imaginario puede ser igual de dañino que la realidad.  

Mientras tanto en las viejas tierras argentas vencidas, un Senado donde se compran y se venden votos prácticamente en vivo y por las cámaras. Una Bullrich que ya probó el sabor de meter en cana a unas 30 personas, sin tener que dar muchas explicaciones. A Patricia le gustó el sabor de la sangre ¿ Y si la próxima son 100? ¿200? La sed de Bullrich y el deseo de venganza de las fuerzas represivas estatales podría llevar las cosas a un nivel de violencia pocas veces vistas.

Una parte de la sociedad absolutamente deprimida, y corriendo día a día detrás de la subsistencia, que no tienen tiempo de detenerse y mirar el show de Caputo y Sturzenegger, pero que aún así saben que algo no está bien, sospechan en el fondo de ellos que la Ley bases es mala para todos. Pero cuando miran para arriba buscando referentes, ven las mismas caras de siempre, muchos de ellos prefieren mirar Gran Hermano, antes de ir a una mateada con Kicillof.

Una clase obrera absolutamente desmoralizada y abandonada, acompañada de una clase media venida a menos, sentaron las bases para la gran desunión nacional que estamos atravesando. El problema del campo popular es que están tan abstraídos y morbosamente fascinados con la destrucción que va dejando Milei a su paso, que sólo interactúan a través de la pantalla, una especie de simulacro de resistencia, de revolución.

La tarea actual de los referentes, es la misma que la del “campo intelectual popular” (palabras que no significan nada, pero sabemos lo que simbolizan); su tarea ya no es la larga bajada de línea y discursos históricos, sino de captar en el momento lo que se está fraguando por encima de ellos y responder en consecuencia.

La vieja explosión social del “que se vayan todos” del 2001, no sé dió. Esta vez fue una implosión interna, íntima en cada uno. Por eso sólo se habla de inflación, porque es la única crisis que nos une, todas las demás crisis se sufren en privado: la inseguridad, el hambre y la pobreza.

Puede que el pueblo en un punto de abandono total salga a las calles pidiendo peronismo, pero es improbable, ya que no hay esperanza en lo que ya se conoce. O puede que en su aversión total al peronismo, salgan a votar por otro Freddy Krueger, con la pequeña esperanza que no sea tan malo. Sea cual sea el escenario, las opciones del peronismo parecen limitarse, el tiempo pasa y la doctrina empieza a empolvarse, una generación no sucede a la otra. Pareciera que la única salida que tiene es escabullirse entre los bordes de una sociedad agrietada y de un salto colarse por una ventana de Balcarce 50, como si fuera un ladrón en la noche.

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