Qué está pasando en la sociedad y en la politica argentina. Por Horacio Paccazochi
Empezamos con otra pregunta. ¿Sera que la irrupción de Javier Milei en la política nacional, como lo fue anteriormente la de Mauricio Macri, representa un triunfo de las ideas liberales en el país? Si es por las elecciones ganadas diríamos que sí. Pero creemos que es algo más complejo. Veamos.
Ambos para demostrar la eficiencia de la doctrina liberal necesitan remontarse a 1860 y los años del roquismo que si era liberal pero progresista, en el buen sentido de la palabra, es decir que ponía por encima de todo construir un estado nacional fuerte, que pudiera mantener una cohesión interna para desarrollar el país. Por eso necesito sacar los privilegios de Buenos Aires y hacerla la capital de un país federal, crear, desde el estado, toda la infraestructura necesaria para hacer de una semicolonia un país hecho y derecho con escuelas, rutas, ferrocarriles, la Ley 1130 de Moneda por la que se establecía una única unidad monetaria en todo el país, hoy estos “nuevos liberales” proponen eliminarla, una política aduanera proteccionista que permitió la industrialización primaria del país, Milei y Macri proponen eliminar toda barrera aduanera dejando el país a merced de la competencia desigual con el capital extranjero. En fin podríamos enumerar muchas más medidas de Roca y la generación del 80, que fue liberal y a la vez nacionalista y democrática, luego con la presidencia de Quintana y la vuelta del predominio oligárquico en la política argentina ese liberalismo se haría antinacional hasta nuestros días que es una simple mascara del capital financiero.
Sería interesante que ambos líderes liberales pusieran de ejemplo a los que intentaron durante todo el siglo pasado las políticas que ellos plantean nuevamente hoy. Los planes económicos de los Alsogaray, Alemán, Martínez de Hoz y el mismísimo Cavallo.
Todos fueron un fracaso y son responsables del estado del país por estos días.
Entonces con el cuento del liberalismo a otra parte. Ninguna idea nueva, solo dejar indemne al pueblo y al empresariado nacional a la competencia desigual del capital extranjero y a la voracidad de las financieras. Cuando todo el mundo se cierra defendiendo su mercado interno y se forman agrupamientos de países que se proponen comerciar respetándose mutuamente sus intereses nacionales, aquí se propone entregar nuestro mercado y nuestro destino.
Entonces la pregunta seria y porque ganan elecciones, si estas viejas y fracasadas recetas económicas no dieron resultado. El tema es que desde la muerte de Perón el Partido Justicialista comenzó una larga decadencia hasta nuestros días. Ya desde 1955 solo el movimiento obrero y sus organizaciones, junto a intelectuales como Jauretche, Abelardo Ramos y otros eran el freno a estas políticas permitiendo contener dentro del campo nacional a trabajadores y sectores de las clases medias que permitían ganar elecciones.
Con el golpe cívico-militar del 76 se terminó por arrinconar a las fuerzas nacionales, atacando a las organizaciones sindicales, y al empresariado nacional. Pero estas políticas antinacionales tendría beneficiarios en el país, mientras todo se derrumbaba, el Grupo Macri que en 1976 pesia siete empresas, al concluir la dictadura llegaría a cuarenta y seis.
Luego de estos nefastos años, y con un peronismo en retroceso llegaría “el padre de la democracia”, Alfonsín, con las mismas políticas laborales de la dictadura, privatizaciones y nuevos fracasos. Sería bueno que los radicales ahora liberales de Juntos por el Cambio, y los radicales de Unión por la Patria, se acuerden de este comienzo de la democracia donde fue nuevamente el Movimiento Obrero Organizado quien tuvo que poner el cuerpo para frenar el desquicio liberal.
Pero como si todo esto fuera poco a las esperanzas siempre marchitadas del pueblo argentino le pegarían otro mazazo con un Menem que terminaría, en nombre del peronismo, de liquidar los que los economistas y gobiernos antinacionales no habían podido.
De ese tronco provienen los Pichetto, Larreta, Santili, como para que el afiliado al peronismo se siga confundiendo.
Luego vino la Alianza, y su fracaso, con tambien peronistas incluidos como el Chacho Alvarez siempre listo, como tantos. Para mandarse a mudar cuando las papas queman.
Y por fin el Kichnerismo fruto, no por méritos propios, sino gracias a la pelea Menem-Duhalde, llegaría al gobierno para quedarse 12 años en donde se distribuyó para abajo parte de lo obtenido por los buenos precios de la soja y se otorgarían algunos derechos a minorías, pero que su concepción de una política de izquierda progre les impediría incluir a importantes sectores de clase media urbana y agraria que fueron empujados a los brazos de la hasta entonces moribunda Sociedad Rural. Incorporaron el lenguaje y militantes de la izquierda antiperonista que ocupan cargos de funcionarios y candidaturas en desmedro de representantes de los trabajadores.
Un sectarismo político interno expulsaría a dirigentes y militantes del peronismo que terminarían fundando otros agrupamientos, y en el peor de los casos ninguneando al propio candidato a presidente, Daniel Scioli, y abriendo el camino a la instauración de políticas de claro corte liberal con Mauricio Macri.
El presente es historia conocida, un presidente de compromiso para ganar una elección, sin hacerse responsable de los yerros la conducción de Cristina, siempre lista para criticar y nunca hacerse cargo, un desgaste del gobierno y la figura presidencial, ineficacia en el manejo de la economía, mas allá de la pandemia y demás yerbas y…..una nueva frustración en un país que lo tiene todo para salir adelante y por la magnitud de sus riquezas sigue perdonando las deficiencias de su dirigencia política.
Que le podemos decir entonces a un peronista que vota otra opción, a alguien de clase media que sigue cayendo de frustración en frustración, a un joven que no tiene por qué saber de todo esta historia que aquí relatamos y vota a Milei porque ve que todos prometen y fracasan. Otros tal vez no lo expresan en un voto pero si en el abstencionismo que cada día es mayor.
Es hora de empezar a pergeñar una nueva dirigencia del movimiento nacional que entronque con lo mejor de nuestra historia política, que incluya en vez de excluir, que no divida a la política entre izquierdas y derechas sino entre nacionales y antinacionales pues de esa forma se hace fácil visualizar para todos los ciudadanos quienes están en contra o a favor del país.
Sera la época tal vez para un nuevo “partido laborista” que haciendo pie en el movimiento obrero, y el interior federal impulse una nueva dirigencia nacional acorde a los tiempos. Si las estructuras políticas y los dirigentes sectarios no permiten nuevas expresiones será la hora de sacárselas de encima porque el país no se va a suicidar.