4 de febrero de 1976: el día que Argentina echó al pirata invasor de nuestros mares
Hace 36 años sucedía algo como hoy, la misión británica Shackleton estudiaba el Mar Argentino en busca de petróleo. En ese entonces, Argentina respondió echando al embajador en Buenos Aires y cañoneando a los ingleses por invadir el mar territorial. Un mes, después, el golpe militar…
ARA STORNI
El pico de la crisis se alcanzó el 4 de febrero cuando el destructor de la Armada Argentina ARA Almirante Storni. Se dispuso a detener al buque de investigación oceanográfica británico RRS Shackleton que navegaba a 78 millas al sur de Puerto Stanley. Desde el destructor se ordenó: “Detenga las máquinas o abriré fuego”. El motivo esgrimido por la nave argentina fue que los británicos se hallaban dentro del límite de la jurisdicción argentina de las 200 millas alrededor de las Islas.
La Presidente de la Nación dio venia al posible ataque. Según algunos informes, también se creía que Lord Shackleton se encontraba a bordo. El capitán del buque británico, actuando bajo órdenes radiales del gobernador de las Malvinas, Neville French, no detuvo la marcha, se rehusó a recibir un grupo de abordaje o seguir al Storni al puerto de Ushuaia. Con el fin de aumentar la presión, las acciones del destructor fueron apoyadas por un avión de reconocimiento marítimo Neptune de la Armada. El destructor entonces hizo varios disparos sobre la proa del Shackleton que a pesar de ello prosiguió su ruta hacia Puerto Stanley. El buque argentino no persistió en su accionar pero siguió a la nave inglesa hasta seis millas de ese puerto donde finalmente emprendió el retorno. El hecho que la nave argentina se haya limitado a realizar algunos disparos y que no emprendió ninguna otra acción a pesar de su capacidad, parecería demostrar que sólo se buscó enviar un aviso: no se le reconocían derechos a Gran Bretaña para incrementar el desarrollo económico de las Islas. Ante los hechos, se sucedieron las protestas británicas ante el Gobierno argentino y ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Informe completo. Por Diego Mazzieri
Fue que en el año 1976, acaeció un hecho similar al actual (los ingleses pretendían excavar y dilapidar nuestro petróleo en Malvinas), pero con acciones absolutamente distintas del gobierno nacional de entonces… Claro está, en esa época había un gobierno nacional y popular, bueno o malo habrá que enjuiciarlo en otro momento, pero nadie podrá discutir la buena fe del mismo para con nuestros intereses nacionales y para con nuestra dignidad de nación: la Presidencia de María Estela Martínez Cartas de Perón, tan difamada como una mujer “débil y torpe” por el tan “fuerte e inteligente Pueblo de la Nación Argentina”…
Perón Y la Posibilidad del Condominio Insular:
En 1974, el Canciller Alberto J. Vignes afirmó que las negociaciones sobre la transferencia de las islas Malvinas a nuestro país, si bien parecían acelerarse, (en esos tiempos), “la política [argentina] amistosa sería revisada”.
En Gran Bretaña, el nuevo gobierno del Primer Ministro Harold Wilson inició conversaciones diplomáticas introduciendo la posibilidad de un condominio Ingles-argentino sobre nuestro archipiélago. Ello dio lugar a importantes encuentros entre representantes de los gobiernos argentino y británico en julio de 1974. En esa oportunidad, el embajador de Gran Bretaña presentó al canciller Vignes una comunicación escrita en la que informaba haber sido instruido por su gobierno “para proponer que las discusiones entre Gran Bretaña y la Argentina sobre el futuro de las Islas deberían resumirse sobre la base de las salvaguardias y garantías a extenderse a los isleños en el hipotético caso de un condominio de Gran Bretaña y Argentina en relación a la soberanía territorial sobre las Islas Falkland”
La comunicación británica además expresó lo siguiente:
…el objetivo del Gobierno de Su Majestad al entrar en negociaciones sobre la base del condominio será resolver la disputa de la soberanía a través de la aceptación de la co-soberanía argentina sobre las Islas y que el producto final pueda ser un tratado que solucione la disputa anglo-argentina creando una atmósfera favorable en la cual los isleños puedan desarrollarse acorde a sus intereses.
Finalmente, el documento señaló que “cualquiera fuera la forma que pudiese asumir el condominio, éste tendría algunos elementos básicos, como ser que ambas banderas flamearan juntas, que se adoptaran los idiomas español e inglés como idiomas oficiales, que se aceptará la doble nacionalidad para los isleños, y que el gobernador fuese designado alternativamente por la Reina y el Presidente de Argentina. Sobre esas bases, el gobierno inglés aceptaba, en forma oficial y preliminar, iniciar las conversaciones en Buenos Aires”.
Esta aproximación diplomática británica coincidió con una contrapropuesta de la Cancillería argentina también sobre “condominio” que era similar en muchos aspectos.
Las conversaciones sobre el tema se desarrollaron en forma muy confidencial. Pero luego de la muerte del presidente Perón no se continuó trabajando sobre esta opción, la cual parecía ser una solución pacífica y justa. Según Lanús, de acuerdo con testimonios, el presidente Perón habría dado su conformidad para que se analizara dicha solución al diferendo sobre la soberanía, pero que al producirse su deceso, el canciller Vignes “ocultó e hizo zozobrar esas negociaciones a pesar de la posición de Perón”, desconociéndose los motivos de Vignes para adoptar semejante decisión.
Por el lado británico, estas conversaciones que se realizaron sin la aprobación o la participación de los isleños fueron desbaratadas por el Parlamento, lo que llevó al Gobierno británico a informar en agosto de 1974 que no sería práctica la continuación de las conversaciones sobre el tema.
Mas cierto es que el proyecto del General Perón era un gran avance para con el destino del archipiélago.
¡Petróleo en Malvinas!
A partir de 1969, el Gobierno británico había comenzado a percibir la resonancia política que podía generar la posible existencia de petróleo alrededor de las Malvinas. En aquella oportunidad, el Foreign Office concluyó que sería mejor no hacer nada al respecto por temor a provocar un aumento en la tensión política entre Gran Bretaña y la Argentina al punto de empujar a esta última a ocupar las islas por la fuerza.
Más tarde, el Gobierno británico decidió realizar sus propias exploraciones en las aguas de las Malvinas para constatar si efectivamente había allí petróleo. Para ello, a partir de 1970 se llevaron a cabo relevamientos en la zona. Hacia mediados de los 70 se habían acumulado pruebas que sugirieron que probablemente existía petróleo en la región.
De inmediato, varias empresas petroleras se interesaron en la zona y, según manifestaciones del Secretario Principal del Territorio de Gran Bretaña, se estaban esperando los resultados de un informe que había sido encargado a un equipo de investigadores de la Universidad de Birmingham.
El informe titulado “Geology of the Region around the Falkland Islands” fue preparado por Departamento de Ciencias Geológicas de esa universidad y sus autores fueron P.F. Barker, J. Burrel, P. Simpson y D.H. Griffiths y presentado en marzo de 1975.
Según el informe existían ciertas y grandes posibilidades de encontrar petróleo en las Islas y en el mar adyacente.
EL CORAJE DE LA VIUDA DEL GENERAL:
A pesar del ambicioso y nacional proyecto del Teniente General Juan Domingo Perón, tras su muerte, los ingleses y el ministro Vignes desconocieron lo pactado ahora que se presumía la posible existencia de gran cantidad de petróleo en las islas. En 1975 se produce un cambio de actitud, debido al informe Grifith que revelaba la existencia de cuencas petrolíferas en el área Malvinas. En 1976, unilateralmente, Gran Bretaña envía la misión Shackleton de exploración, que provoca la reacción de la Cancillería el 2-1-76 (gobierno constitucional: Sra. de Perón): advirtiendo que “su gobierno, juntamente con las FFAA… actuarán sin precipitación, pero con toda la persistencia, la prudencia y la energía que sean necesarias para lograr justicia.” El 13 se produce el retiro de embajadores y el 4-2 el destructor Storni efectúa disparos de advertencia.
El 19 de marzo de 1975, la Cancillería argentina emitió un Comunicado de Prensa en respuesta de las intenciones británicas. Según este texto, la Argentina no reconocía el ejercicio de ningún derecho en materia de exploración o explotación de recursos naturales:
Teniendo en cuenta que las Islas Malvinas y dichas áreas forman parte integrante del territorio nacional, el Gobierno Argentino de María Estela Martínez manifiesta que en ellas, no reconoce ni reconocerá la titularidad ni el ejercicio de ningún derecho relativo a la exploración y explotación de minerales o hidrocarburos por parte de un gobierno extranjero. Por consiguiente tampoco reconoce ni reconocerá y considerará insanablemente nulos cualquier actividad, medida o acuerdo que pudiera realizar o adoptar Gran Bretaña con referencia a esta cuestión que el gobierno argentino estima de la mayor gravedad e importancia.
El gobierno argentino considerará, además, la materialización de actos de la naturaleza antes mencionada, contraria a las resoluciones y consensos sobre las Islas Malvinas adoptadas por las Naciones Unidas, cuyo claro objetivo es la solución de la disputa de soberanía entre los países por la vía pacífica de las negociaciones bilaterales.
Como respuesta al amenazante comunicado argentino, en el mes de abril, el recién designado embajador del Reino Unido en la Argentina informó, en su primer encuentro con el Canciller Vignes, que ante cualquier ataque a las Islas el Gobierno británico respondería con la fuerza militar.
A pesar de la oposición argentina, el gobierno inglés mantuvo sus propósitos y el 16 de octubre confirmó el envío a las islas de una misión económica encabezada por Lord Shackleton . [
Ante este anuncio, el 22 de octubre, el Ministerio de Relaciones Exteriores declaró que no se concedía permiso oficial a la misión Shackleton.
Ya el 16 de octubre, había hecho saber que el envío de la misión de relevamiento económico introduciría una desagradable perturbación en las relaciones anglo-argentinas y que su presencia pondría en peligro la solución pacífica de la disputa.
Esta reacción echó por tierra las expectativas del Foreign Office de que el envío de una misión patrocinada por el Gobierno, en lugar de una empresa privada, calmaría al gobierno argentino.
Lanús afirma que la Misión Shackleton, no autorizada por el gobierno argentino, introdujo un cambio sustancial que violaba un tácito principio de no innovar, que ambos países habían respetado hasta ese momento.
Para julio de 1975, Kinney sostiene que el Reino Unido propuso a la Argentina discusiones para el desarrollo conjunto del Atlántico sudoccidental. El Canciller Vignes aceptó esa posibilidad pero la ató a la transferencia de la soberanía a través de un arriendo (leaseback) por un término fijo. La propuesta argentina incluía la ocupación inmediata de las islas Georgias y Sandwich del Sur con la aquiescencia británica.
A esta propuesta, el Gobierno británico respondió que cualquier acción unilateral sería inaceptable, por lo que el Gobierno argentino rechazó cualquier conversación sobre cooperación económica que excluyera una discusión del tema de la soberanía.
El 8 de noviembre de 1975, el representante argentino ante las Naciones Unidas sostuvo que dado que el estado presente de la situación entre ambos países era de ruptura de negociaciones, la Argentina no dejaría de valer sus derechos en la forma que considere más apropiada. El Gobierno británico consideró que este discurso contenía la idea de una acción unilateral por parte de la Argentina.
Kinney agrega que a partir de mediados de los 70 tanto la oposición como el Gobierno argentino había comenzado a utilizar regularmente la amenaza de invasión como parte de la presión diplomática.
En noviembre de 1975 el Canciller argentino en ese momento, Ángel Federico Robledo, invitó a Gran Bretaña a tratar el tema de la soberanía. Las autoridades británicas hicieron llegar al Canciller una nota sin membrete (non-paper) en el que informaban que el honorable Lord Shackleton visitaba las Islas aceptando una invitación. El gobierno argentino respondió con otro non paper recordando las leyes sobre autorización para navegar en aguas territoriales argentinas.
A fines de 1975, se llevó a cabo en París una reunión por el Diálogo Norte-Sur. Allí, un nuevo canciller argentino, Manuel Aráuz Castex se encontró con su par británico, el Secretario del Foreign Office James Callaghan, quien le solicitó iniciar conversaciones sobre cooperación económica. Como era de esperar, Araúz Castex expresó su aceptación si se incluía la cuestión de la soberanía. También como era de esperar, la respuesta de Callagham fue que para tratar ese aspecto debía consultar la voluntad de los isleños.
El 17 de diciembre de 1975, Callagham entregó a Aráuz Castex una nota donde proponía una agenda “abierta” para discutir temas de cooperación y cualquier otra cuestión.
En un nuevo encuentro en Roma, Aráuz Castex le propuso a Callagham transformar la misión Shackleton en una empresa de los dos países, “a fin de quitarle…su carácter unilateral y provocativo” y que estuviera bajo la dirección de un representante de cada país.
Lanús afirma que este ofrecimiento de investigación conjunta fue rápidamente distorsionado por los británicos. Mientras que para los argentinos se trataba de poner toda la operación bajo la dirección de un paraguas binacional, para Callagham esto se tradujo en que la Argentina podía incorporar tres técnicos a la expedición, uno en temas económicos, otros marítimos, y un tercero en petróleo. La Argentina elevó la lista de tres nombres pero uno de ellos fue sólo aceptado como asesor. En vista de ello, Aráuz Castex concluyó que las verdaderas intenciones del gobierno inglés eran llevar adelante la expedición sin la participación argentina.
A fines de 1975 la tensión entre ambos países había aumentado y durante los primero días del año siguiente, la Presidente María Estela Martínez de Perón mantuvo reuniones para analizar la situación en Presencia con el canciller Aráuz Castex y los tres Comandantes en Jefe de las Fuerzas Armadas, el general Jorge Videla, el almirante Emilio Massera y el brigadier Orlando Agosti.
Allí se analizó el texto de un Comunicado de Prensa que fue finalmente publicado el 5 de enero de 1976 por la Cancillería para contestar a lo que consideraban una “ruptura unilateral” de las conversaciones por parte de los británicos:
Ante tal comprobación, la Cancillería argentina estima inadecuado avenirse a considerar temas que, frente a aquella reticencia, resultan insustanciales con relación al problema verdadero, y no conducentes por lo tanto a la justa solución del mismo… Como consecuencia de ello el Pueblo de la República debe estar advertido de que su gobierno, juntamente con las Fuerzas Armadas y demás organizaciones institucionales que estructuran el Estado argentino, comparten inquebrantablemente el celo de aquél por la defensa de la dignidad y los derechos de la Nación; y que actuarán sin precipitación pero con toda la persistencia, la prudencia y la energía que sean necesarias para logra justicia. [28]
El 3 de enero de 1976, Lord Shackleton arribó a las Malvinas a bordo del buque HMS Endurance. El Canciller argentino sostuvo que el arribo del enviado británico en esa fecha, coincidente con la ocupación de las Malvinas en 1833, era una “coincidencia hostil y desconsiderada” y que por ello el Gobierno argentino consideraba que el Gobierno británico había roto unilateralmente con las negociaciones. Más aún, informó al embajador británico que “las dos partes se mueven rápidamente en un curso de colisión”.
Ante esta escalada en la tensión de las relaciones, Callagham envió el 12 de enero un mensaje a la Cancillería argentina en el que sostuvo que el tema de la soberanía era una “disputa estéril” y en un intento conciliatorio los invitó a mantener conversaciones confidenciales. La respuesta fue inmediata. El 13 de enero el Ministro de Relaciones Exteriores respondió, lamentando “no encontrar ningún elemento positivo que justifique la reapertura de negociaciones”.
El mismo día la Cancillería argentina informó que su embajador ante Gran Bretaña, Manuel de Anchorena, no retornaría a Londres y que había comunicado al Gobierno del Reino Unido que sería aconsejable que retirara el suyo, Derek R. Ashe, de Buenos Aires. A partir de ese momento, las relaciones se mantuvieron congeladas a pesar de que ambos gobiernos aseguraron que los hechos no implicaban una ruptura diplomática.
El 14 de enero, Callagham declaró ante los Comunes que la tradicional amistad entre ambos gobiernos se encontraba entorpecida por razones de soberanía, pero que el gobierno del Reino Unido entendía que era imprescindible para el desarrollo económico de las Islas contar con cooperación económica del territorio continental. Agregó, también, que “con buena voluntad, el Reino Unido y la Argentina podrían transformar el área de disputa por la soberanía sobre las Islas en un factor de cooperación entre ambos países, de acuerdo con los deseos e intereses de los malvinenses”.
En medio de la crisis, el 15 de enero, el canciller Aráuz Castex fue reemplazado por el embajador Raúl Quijano, quien, del otro lado del Atlántico, destacó que las relaciones entre ambos países no estaban rotas. Al mismo tiempo las comunicaciones con las Malvinas se mantuvieron normales. Es claro que el gobierno argentino no deseaba cerrar todos los canales de comunicación. Los británicos tampoco quisieron agravar la situación.
Pocos días más tarde, el 27 de enero, el Ministro de Estado del Foreign Office declaró ante la Cámara de los Lores que:
…no habrá cambios en la soberanía británica sobre las Islas Falkland en contra de los deseos de los isleños. Pero el gobierno de Su Majestad estima…que se atenderá mejor a los intereses a largo plazo de los isleños mediante vínculos estrechos y amistosos con la Argentina.
Mientras ambos gobiernos trataban de mantener la situación de tensión bajo control, algunos sectores en la Argentina solicitaban una acción más enérgica. En efecto, el mismo día, el líder de la bancada de la oposición, Antonio Trócoli (UCR), hizo un pedido de informes al Poder Ejecutivo. Por éste trámite, quiso saber qué otras medidas se habían considerado además del retiro de los embajadores y si ello era todo lo que el país podía hacer para castigar a Gran Bretaña.
En medio de la crisis, el 16 de enero, un buque de transporte de la Armada Argentina desembarcó en Puerto Stanley 750 toneladas de equipo y cincuenta miembros del cuerpo de ingenieros del Ejército. En la capital de las Islas muchos pensaron que se hallaban ante el preludio de la invasión. Sin embargo, un mensaje del Foreign Office desde Londres, enfrió los ánimos al informar que el desembarco del equipo era legítimo y que se trataba del material para extender la pista de aterrizaje según se había acordado en 1972 en concordancia a un acuerdo previo.
Durante esos días, la prensa británica reprodujo artículos escritos por isleños donde se expresaron sus temores acerca de que el Foreign Office los hubiera “vendido” y que como “peones que eran, se transformarían en las víctimas de una batalla diplomática perdida”.
Los organismos regionales se expidieron en apoyo de la Argentina. La Organización de los Estados Americanos sostuvo que la exploración del potencial económico de las Islas constituía una amenaza a la seguridad hemisférica. También el 16 de enero, el Comité Jurídico Interamericano de la OEA declaró en Río de Janeiro que la Argentina tenía un inobjetable derecho de soberanía sobre las Islas Malvinas. Calificó a la misión Shackleton como una “innovación unilateral” que violaba las Resoluciones de las Naciones Unidas 2.065 (XX) y 3.160 (XXVIII) y que amenazaba la paz internacional y la de toda América Latina; por último, que todas esas acciones implicaban un esfuerzo hostil para silenciar los reclamos argentinos y obstaculizar el progreso de las negociaciones solicitadas por la Asamblea General.
Con posterioridad, Gran Bretaña rechazó, en una nota presentada a la Comisión de Descolonización de las Naciones Unidas, la declaración de la Comisión Jurídica de la OEA. El pico de la crisis se alcanzó el 4 de febrero cuando el destructor de la Armada Argentina ARA Almirante Storni. [38] Se dispuso a detener al buque de investigación oceanográfica británico RRS Shackleton que navegaba a 78 millas al sur de Puerto Stanley. Desde el destructor se ordenó: “Detenga las máquinas o abriré fuego”. El motivo esgrimido por la nave argentina fue que los británicos se hallaban dentro del límite de la jurisdicción argentina de las 200 millas alrededor de las Islas.
La Presidente de la Nación dio venia al posible ataque. Según algunos informes, también se creía que Lord Shackleton se encontraba a bordo. El capitán del buque británico, actuando bajo órdenes radiales del gobernador de las Malvinas, Neville French, no detuvo la marcha, se rehusó a recibir un grupo de abordaje o seguir al Storni al puerto de Ushuaia. Con el fin de aumentar la presión, las acciones del destructor fueron apoyadas por un avión de reconocimiento marítimo Neptune de la Armada. El destructor entonces hizo varios disparos sobre la proa del Shackleton que a pesar de ello prosiguió su ruta hacia Puerto Stanley. El buque argentino no persistió en su accionar pero siguió a la nave inglesa hasta seis millas de ese puerto donde finalmente emprendió el retorno. El hecho que la nave argentina se haya limitado a realizar algunos disparos y que no emprendió ninguna otra acción a pesar de su capacidad, parecería demostrar que sólo se buscó enviar un aviso: no se le reconocían derechos a Gran Bretaña para incrementar el desarrollo económico de las Islas. Ante los hechos, se sucedieron las protestas británicas ante el Gobierno argentino y ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. [
La Argentina protestó y acusó al Gobierno británico de haber violado las normas relativas a la jurisdicción marítima, en tanto que el Reino Unido denunció la actuación del buque argentino como un “peligroso” hostigamiento contra un buque que navegaba pacíficamente para efectuar “un relevamiento científico en la zona”.
Sin embargo, el enfrentamiento no escaló. Al día siguiente de los disparos, Edward Rowlands, ministro de estado del Foreign Office, afirmó ante la Cámara de los Comunes que harían “todo lo posible para enfriar la situación” pero fue ovacionado cuando sostuvo que la posición del Gobierno era clara: respetar los deseos de los isleños .
Para Beck, la respuesta de su país estuvo relacionada, no sólo, con el deseo tradicional de Gran Bretaña de evitar los conflictos con la Argentina, sino para evitar otros problemas dado que en ese mismo momento la “Guerra del Bacalao” con Islandia estaba en plena escalada (63).
Por otra parte, Kinney agrega que el debate parlamentario sobre el tema demostró que la posición británica era débil dado lo exiguo de sus fuerzas militares (64).
Sin embargo, las consecuencias de la acción argentina no tuvieron mayor impacto sobre la política británica hacia las Islas y prevaleció el status quo. Los isleños persistieron en su empeño de permanecer bajo la soberanía británica, el Foreign Office continuó tratando de alcanzar algún grado de cooperación económica de todas las partes involucradas, y muchos argentinos continuaron exigiendo soberanía plena sobre las Islas. Al respecto el canciller Quijano afirmó: “el centro de nuestra discusión es… soberanía…No podemos avanzar y si el Reino Unido no desea discutir el este tema nosotros no podemos tratar los otros temas. Por supuesto que estamos muy interesados en la cooperación económica y las comunicaciones, pero sin soberanía estos son temas mucho más periféricos”.
A pesar de lo sucedido o debido a ello, el canciller argentino, y el ministro Rowlands acordaron en Nueva York reasumir el diálogo. Al mismo tiempo, Rowlands le comunicó claramente que el Gobierno británico “defendería las Islas si los argentinos intentaban utilizar la fuerza”.
Como corolario de lo narrado, el 17 de marzo de 1976, a iniciativa de la Señora Presidente de la Nación, el Congreso reunido tanto el oficialismo como la oposición (que vetaba todo proyecto gubernamental para perturbar el orden y el oficialismo verticalista conjuntamente con el traicionero Grupo de Trabajo,) acordaron que la misión Shackleton fue un atentado para con nuestra soberanía por lo que había que tomar cartas en el asunto de dos formas:
-1- se desconocería o replantaría que su Majestad Británica arbitre entre Argentina y Chile: pues esta disposición la propicio el gobierno de facto de Agustín P. Lanusse, el cual carecía de autoridad democrática para tomar tamaña resolución.
-2- Se citaba al Canciller inglés a resolver la cuestión de Malvinas, en reunión del Congreso “A puertas cerradas” so pena de ruptura total de relaciones internacionales con Gran Bretaña.
El magnifico texto del diario de sesiones se transcribe a continuación a fin de revelar la loable actitud de la Presidente y del Poder Legislativo contemporáneo:
CÁMARA DE SENADORES DE LA NACIÓN ARGENTINA
REUNIÓN 51º
17 DE MARZO DE 1976
(Una Semana antes del Golpe – ¿Casualidad o Causalidad?)
Punto 3 – Invitación al Sr. Canciller
Sr. Presidente (Lúder): Se encuentra reservado en secretaría un dictamen de la Comisión de Relaciones Exteriores y Culto sobre la invitación al Canciller a concurrir al recinto del Senado.
Sr. Chaile: Pido la palabra. La comisión de Relaciones Exteriores y Culto ha analizado los distintos proyectos de comunicación, de declaración y de resolución que comprende el dictamen, y ha considerado que la mejor forma de satisfacer dichas inquietudes consiste en invitar al Sr. Ministro de Relaciones Exteriores y Culto para que concurra al recinto de este Honorable Senado e informe ampliamente a los Sres. Senadores sobre las distintas cuestiones planteadas en relación con las Islas Malvinas y la zona del Canal de Beagle a fin de que los mismos cuenten con toda la información directa necesaria para ulteriores propuestas.
A mayor abundamiento, me remito al informe escrito que acompaña al despacho de la comisión – cuyo tratamiento sobre tablas solicito -, en el cual se propicia que dicho informe se reciba en sesión secreta por la propia naturaleza de las cuestiones que involucra y el estado de las negociaciones con respecto a las mismas.
Propongo finalmente que se fije la sesión del miércoles próximo como fecha para que concurra el Sr. Ministro de Relaciones Exteriores y Culto a producir ese informe.
Sr. León: Pido la palabra. Nuestro bloque, que ha participado promoviendo esta interpelación, va a apoyar la invitación al Sr. Ministro. Esa es nuestra aspiración, porque interpretamos que este tema de las Malvinas –una vez más- sacude el sentimiento de la Nación. Tal vez este no sea el momento de hacer un debate a fondo sobre este problema y, por otra parte, la historia del Parlamento argentino es una reclamación permanente, pero creo que esto hoy se justifica mucho más porque el Reino Unido últimamente ha adoptado actitudes que contradicen resoluciones de las Naciones Unidas, que incluso habían sido aceptadas –no en la votación- , pues Inglaterra votó en contra de las resoluciones 2.065 y 3.160 –cuando vino a Bs. As. el canciller Stewart, quien en alguna medida aceptó la tesis de la resolución 2.065.
Sin embargo, ahora se han producido algunos hechos: la misión de relevamiento comercial, la intención de explorar la existencia de hidrocarburos y últimamente esta nueva creación perturbadora para nuestras relaciones y para la posible solución pacífica ensayada por la Cancillería del Reino Unido al estipular que las conversaciones sobre la solución de los habitantes de las Islas si se desean lograr las condiciones para un entendimiento.
La Argentina tiene una típica actitud tradicional de buena voluntad, como lo muestran incluso los (…) – me es ilegible la siguiente palabra desde mi copia del diario de sesiones -, desde 1971 en adelante al cumplimentar una parte de la resolución 2.005, con respecto al cuidado de no perturbar la disposición de nuestro país hacia los habitantes de las islas.
Todos los argentinos conocen bastante bien este problema de las Malvinas y es muy justo que venga el canciller. Como la sesión va a ser secreta, tendremos la oportunidad de dialogar más ampliamente sobre la forma de encarar la estrategia que permita la definitiva integración del territorio usurpado por la prepotencia inglesa lesiva de la Soberanía del país.
Nos sentimos felices por la sensibilidad del conjunto del Honorable Senado sobre este asunto trascendente, que sirve para manifestar la unidad del país en los grandes temas. En nombre de nuestro bloque dejo sintéticamente expresada nuestra posición favorable a la interpelación, que está alentada por la propia presentación de nuestra requisitoria.
Sr. Fonrouge: Pido la palabra. Ha de descartarse la satisfacción que me causa, como a cualquier senador de la Nación, que finalmente en un asunto de la importancia que tiene para los argentinos el problema malvinero pueda ser ventilado con la presencia del Sr. Ministro de relaciones exteriores y culto.
No es solamente una vana satisfacción patriótica sino que está próxima la oportunidad largamente buscada que nos está impuesta por numerosos antecedentes y reclamos patrios.
La ciudadanía entera de la República se ha movilizado particularmente de un tiempo a esta parte tras las cuestiones que trataremos. Es notable constatar cómo gente que parecía desentendida de ellos se muestra hoy celosa, entusiasta, guardiana y en defensa del honor nacional y estudia profundamente aspectos que no habían sido ventilados por los historiadores de nota que el país tiene.
Un congreso que se celebrará próximamente entre el 27 y el 31 del corriente en el instituto Cultural de la ciudad de Bs. As. Reunirá voces de todos los sectores y de los puntos más distantes de la Nación. Probará como la opinión pública se ha sensibilizado ante la usurpación sufrida.
La presencia del ministro en estas circunstancias particularmente graves para el país, que tanto reclama motivos que lo aglutinen y no que dividan más, ha de servirnos a todos.
Pero si el asunto malvinense es importante, no deja de serlo que el Sr. Ministro de Relaciones Exteriores concurra al recinto trayendo el famoso compromiso de 1971, a fin de explicarnos cuál es la posición del actual de la Argentina frente a las demandas chilenas en el límite Sur y sobre el Canal de Beagle.
Creo que respecto de las Malvinas, geográfico, histórico y jurídicamente, la razón y los hechos han esclarecido nuestra soberanía. Casi todas las asambleas internacionales se hacen aún de la legitimidad de los reclamos nacionales. Pero el problema del Canal de Beagle es del más delicado trámite. Nosotros no podemos aceptar correr los riesgos que significa caer bajo el arbitraje de la corona inglesa que nos ruega derechos indiscutibles.
Ese compromiso arbitral ha dejado la posibilidad de solucionar la vieja cuestión que tenemos pendiente con la hermana República de Chile por quien ni inspira confianza –por lo menos a los argentinos- de que actuará con la ecuanimidad y la honradez del juez.
Todo ello debe ser debidamente aclarado en este senado para que no nos traiciones las circunstancias y podamos ser responsabilizados de una imprevisión.
Por todas las razones expuestas, señor presidente, celebro la resolución que la cámara se propone tomar a la que adheriré con mi más ferviente voto.
Sr. De la Rúa: Pido la palabra. Creo que, como bien se ha dicho, los puntos que comprenderá el informe del señor canciller, según el dictamen de la Comisión son de gran trascendencia.
A nadie escapa que las legítimas reivindicaciones argentinas sobre las Islas Malvinas y el problema del Canal de Beagle tienen una importancia singular.
La presencia del Sr. Canciller en el recinto servirá no solo para que se informe sobre este aspecto, sino también para que nos suministre antecedentes sobre estas cuestiones fundamentales de nuestra política exterior.
En este sentido, con los señores senadores León y Angeloz presentamos el 17 de febrero último una iniciativa por la que se invita al Sr. Canciller para que explique el estado de los proyectos sobre la construcción de la presa de Corpus y las negociaciones relativas con los gobiernos de Paraguay y Brasil. El precipitado requerimiento fue complementario de otro anterior que había suscrito también el Sr. Senador Perette. Además el 24 de febrero próximo, pedimos la concurrencia del Sr. Canciller para que informara verbalmente sobre los alcances y consecuencias que atribuye el poder Ejecutivo al reciente acuerdo entre Brasil y los EE.UU. de América y explique como aprecia este acuerdo el gobierno argentino.
Por eso Sr. Presidente, remitiéndome a los procedimientos de ambas iniciativas y a los que en ocasión de solicitar su pronto despacho formulara en este recinto, pido a este Honorable senado que se agreguen al dictamen de la comisión como puntos f) y g), estos dos aspectos tan fundamentales también de nuestra política exterior, de modo que en esa sesión secreta podamos examinar no solo el trascendental problema de las Malvinas y del canal de Beagle, sino también estos otros sobre los cuales el Sr. Canciller, en el mismo acto de su presencia en el senado, podrá darnos importante información y las reflexiones que al respecto podamos hacer los miembros de este cuerpo.
Hago entonces, moción concreta de que el dictamen de comisión sea aprobado con el agregado que propongo, con lo cual quedarían refundidos en una sola resolución todos los proyectos, y en una sola sesión de trabajo podrían considerarse todos los temas de información ministerial.
Sr. Romero: Sr. Presidente: el Sr. Senador ha propuesto ampliar el temario que se trataría con la presencia del Sr. Ministro de Relaciones Exteriores.
Creo que son muy loables y compartimos las inquietudes del Sr. Senador, pero estimo que la extensión de los temas impide que alcancemos a tratarlos cabalmente en una sola sesión. Para un mejor ordenamiento considero que sería interesante tratar estos temas incluidos en el dictamen de comisión, y en esa misma sesión coordinar con el Sr. Ministro de relaciones Exteriores y Culto para seguir analizando en sesiones futuras todos los temas que son de gran trascendencia, tales como el acuerdo del Brasil con EE.UU. y el de la Represa de Corpus.
Sr. Presidente (Lúder): Si no se hace uso de la palabra, se va a votar la moción de tratamiento sobre tablas.
SE VOTA Y RESULTA AFIRMATIVA
Vuestra Comisión de Relaciones Exteriores y culto ha consultado los proyectos de comunicación, de declaración y de resolución de los Sres. Senadores León Zarriello y Pugliese (expte. 656/71), León (expte. 1.039-75), Chaile (expte 1.945/75) Fonrouge (expíes. 1.168/75; 4/76 y 5/76) y Angeloz (expíes 10/76 y 21/76) relacionados con la cuestión de las Islas Malvinas y de las islas del canal de Beagle y, por las razones que se dan en el informe escrito acompañado, aconseja la aprobación siguiente:
Proyecto de Resolución
En el Senado de la Nación , Resuelve:
Invitar al Sr. Ministro de Relaciones Exteriores y Culto a concurrir a informar en sesión secreta sobre los siguientes aspectos:
Estado actual con las negociaciones con el reino Unido del Gran bretaña, en todo lo referente a nuestros reclamos de Soberanía en las Islas Malvinas.
Opinión que ha merecido a la cancillería la misión encomendada por el gobierno inglés a lord Shackleton, y actitud y medidas adoptadas frente a la misma, en cuanto significa una lesión a nuestros derechos soberanos y un apartamiento de las negociaciones que se llevan a cabo entre ambos gobiernos.
Actitudes adoptadas y medidas que se adoptarán frente cualquier pretensión del gobierno inglés a lord Shackleton, de aprovechar o explotar las riquezas existentes en la plataforma submarina circundante.
Medidas adoptadas o que adoptará la cancillería frente a la subestimación del gobierno inglés; de la legítima reclamación argentina sobre las Islas Malvinas sobre disputa estéril, y a la conducta reticente del mismo en el cumplimiento de las Resoluciones de la Asamblea General de Las Naciones Unidas, intentando desconocer y/o postergar indefinidamente la devolución del territorio usurpado.
Estado actual de la llamada cuestión de la zona del Canal de Beagle, grado de legitimidad y conveniencia del arbitraje en trámite y posibilidades que atribuye el poder ejecutivo, de que sean reconocidos los incuestionables derechos de Soberanía de la argentina sobre la zona sometida al arbitraje.
Fundamentos
Honorable Senado:
Los Sres. Senadores león, Fonrouge, Zarriello, Pugliese, Chaile y Angeloz han presentado diferentes proyectos de comunicación, de resolución y de declaración, todos ellos relacionados con el acuciante problema del reconocimiento de nuestros derechos soberanos en las Islas Malvinas y Canal de Beagle.
La morosidad y conducta equívoca observada por el Gobierno de Reino unido de gran bretaña, en lo que hace a la restitución de las Islas Malvinas, durante el transcurso de las negociaciones que se emprendieran a instancias de la asamblea General de la ONU. Requiriendo a esta altura de los hechos, un esclarecimiento sobre la posición del gobierno argentino y sobre las medidas que ha adoptado y que adoptará para hacer cesar la usurpación y lograr que definitivamente las Malvinas sean restituidas a nuestro dominio soberano.
En la misma forma, el parlamento, como órgano representativo de la voluntad popular, que estuviera ausente en las decisiones que dieron lugar al sometimiento a decisión arbitral de la cuestión denominada de la zona del Canal de Beagle, necesita conocer en profundidad el pensamiento del Poder Ejecutivo en su carácter de conductor natural de nuestras relaciones internacionales acerca de las conveniencias de proseguir con estas tramitaciones.
Pero la índole y naturaleza de las cuestiones sobre las que se requieren los informes y las incidencias que ellos pueden tener en el desarrollo de nuestras relaciones internacionales, exigen discreción y reserva indispensable para evitar toda afectación o entorpecimiento de esas relaciones.
Por ello, y entendiendo que en tal forma se satisface la inquietud de los Sres. Legisladores y al mismo tiempo se preservan las negociaciones que realiza el poder Ejecutivo de la Nación, la comisión ha considerado oportuno, teniendo a la vista los objetivos de los distintos proyectos presentados, propiciar el presente proyecto de resolución por el cual se invita al Sr. Ministro de Relaciones Exteriores y Culto a concurrir a informar en sesión secreta.
Sala de la Comisión, 17 de marzo de 1976.
Italo A. Lúder.-Luís A. León.-Yamili Bárbora de Nasif.- Juan C. Chaile.-Luís Culasso Mattei.