Los sonidos del “domuyo”

Por Juan Medina

Parece que uno de los legados de la vocación reformista  argentina, se caracteriza como suelo revolucionario. Los alcances del movimiento nacional latente,  comienzan a buscar su propio cauce, a pesar de las llamativas decisiones de la sociedad política  de la  generación globalizadora.-

No es extraño, por tanto,  que las inhabilidades  de los actores políticos,  no terminen de comprender la  dimensión del fenómeno   que se levanta con ruidos, en la  puesta del  sol.-

La soñada hegemonía del discurso universalista, no termina de hacer pie en un suelo cambiante; un discurso que está muy cerca de su techo y al lado del “domuyo” [un volcán que tiembla y rezonga]. Las disputas sin fronteras, hoy ya tiene frontera. La retórica,  ya no alimenta los  perfiles de una economía que no se ha mostrado eficiente,  para contener a una nueva construcción social.-

Los interrogantes

Inevitablemente, el hombre, aparece en la escena y no viene  solo;   viene con el “domuyo” en el bolsillo para hacer temblar, con sus pupilas enrojecidas, una montaña de olvidos, de su propia dignidad; que ya no  calla. Más bien rezonga.-

Es como el final de las indiferencias, es  como el ocaso de las desordenadas respuestas que encontró el su camino. Se busca mayor humanidad usando otras estrategias porque, la bondad y el silencio enarbolados, ya no alcanzan. Es imprescindible la reconstrucción de un nuevo destino. Un destino continental fortalecido y socialmente más justo.-

Las ambigüedades, han perdido  creatividad; se hace necesario encausar el destino de  la humanidad sobre  otros cimientos, con un orden social sin un lucro desmedido.-

Quizás,  haya  llegado la hora de examinar, más cercanamente un interrogante: ¿debe considerarse como un fracaso del propio hombre, su doliente  realidad social?; ¿ debe el hombre,  considerarse un “domuyo” que tiembla y rezonga?.-

La búsqueda de  la especulación, que hasta ahora ha mostrado su cara de destrucción, entre el hombre con el hombre, sólo ha  servido para desarticular la  paz de las conciencias.-

Hay generaciones no contaminadas, quizás porque no tuvieron tiempo. Acaso porque también siguen buscando la  puerta  de la esperanza,  mirando al “domuyo”.-

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