“La historiografía clásica puso a Estanislao López como una figura de reparto”

Por Matías Loja

El periodista Gustavo Battistoni advierte sobre el desconocimiento que hay sobre la vida e ideas del caudillo santafesino.

“Estanislao López fue una figura relevante en el Río de la Plata de la primera mitad del siglo XIX. La historiografía clásica y sus continuadores modernos siguen considerándolo un personaje subalterno, una figura de reparto”, escribe Gustavo Battistoni en el inicio de Estanislao López , nuestro contemporáneo, de Germinal Ediciones.

Periodista y escritor nacido en Firmat, Battistoni bucea en la historia  del caudillo santafesino, rescata su proyecto federal, su dimensión americana, y traza paralelos con otros personajes de la historia nacional como Manuel Belgrano. De reciente aparición, el libro se presento esta semana en Rosario. Pero en una tarea que considera tanto militante como pedagógica, el autor también visitó escuelas primarias y secundarias. Espacios que considera claves para trabajar la figura de López.

—¿Por qué considerás que en la enseñanza es una figura de reparto?

—Porque ha quedado opacado por dos personajes notables que tuvo la primera parte del siglo XIX, como fue hasta 1820 Artigas y después Juan Manuel de Rosas. Entonces, la historiografía porteña de Mitre y Vicente Fidel López lo puso como un actor de reparto. Pero si uno va leyendo los textos académicos como Revolución y guerra de Halperin Donghi o el último libro de Fradkin y Gelman sobre Rosas también sigue siendo una figura secundaria, cuando López fue un articulador fundamental de las ideas federales que se fueron plasmando en el Tratado del Pilar, en el Tratado del Cuadrilátero y luego en el Pacto Federal de 1831.

—¿Pesó en el armado de esa figura subalterna la imagen que se construyó sobre el caudillo?

—Sí, porque el caudillo para la politología y la historiografía hegemónica es una figura peyorativa, pero no expresa lo que significó en la historia argentina y americana. Jauretche decía que la montonera era el sindicato del gaucho, y el caudillo era la expresión del emergente de esa fuerza. En El papel del individuo en la historia, Jorge Plejánov dice que el individuo es la punta del iceberg de movimientos sociales profundos. Bueno, caudillos como López, Artigas, Pancho Ramírez o Rosas fueron la expresión de tendencias muy profundas de la comunidad de su época.

—En el libro se destaca el aporte de López en materia educativa, desde la creación de escuelas hasta la cuestión salarial docente.

— Él tenía una preocupación con ese tema. Había tenido que interrumpir sus estudios y tuvo que tomar el camino de las armas. A diferencia de Córdoba, Santa Fe no tenía una tradición cultural fuerte y López se preocupó con la elite de ese momento, como José de Amenábar, Juan Francisco Seguí y Manuel Leiva, de poder instaurar un proyecto educativo más o menos estable.

—Otro aspecto interesante es esa vida paralela que se traza con Belgrano, una figura cara en la efeméride nacional y rosarina, cosa que no pasa tanto con López.

—Bueno, esto tiene que ver con los clásicos de nuestra historia. Cuando Vicente Fidel López tiene una polémica con Mitre hay una carta de Mitre donde le expresa que más allá de las diferencias llevaron a Artigas a la tumba de la historia. Lo dicen como algo positivo. Bueno, esta forma de narrar la historia también le ha pasado a López. Tomás de Iriarte, un personaje con una obra impresionante, decía que los caudillos eran la hez del pueblo. Y yo casi le pongo a este libro la hez del pueblo, en forma provocativa justamente porque creo que esta visión contra los caudillos tiene que ver con que representaban a la sociedad como era.

—¿En otras regiones de la provincia es distinta su figura?

—En la ciudad de Santa Fe tiene otra presencia y hasta está la Junta Provincial de Estudios Históricos. Pero acá en el sur se lo desconoce casi totalmente, tanto es así que a veces hago el chiste de decir que nací y vivo en el Departamento General López, pero en el departamento pocos saben quien es el general que le da nombre. Por eso me parece que este libro tiene ese carácter militante de venir a contar, en sus rasgos esenciales, la obra y vida de López.

—Además hay una labor pedagógica, porque fuiste a escuelas a hablar del tema.

—Tuve experiencias en escuelas primarias y secundarias de Firmat. A pesar de que en la currícula de secundaria se da algo de la autonomía de Santa Fe, en general se lo toca por arriba. Nada se sabe de la figura de Francisco Candioti, el primer gobernador de la provincia y un empresario importantísimo. Pero las preguntas de los chicos nacen desde el desconocimiento total, no saben quién fue López.

—Para quienes tienen un conocimiento básico de su figura, ¿Con qué López se van a encontrar en el libro?

—Van a descubrir a un hombre de una conducta intachable y que puso en peligro varias veces su vida por la defensa de la provincia de Santa Fe. Convencido de la necesidad que la Argentina se organice. Un hombre que ante la invasión británica a las Islas Malvinas en 1833 hizo una queja formal. Un hombre que siempre intentó articular y hacer política en una forma gramsciana. Gramsci hablaba de dos tipos de acciones en política: la guerra de posición y la guerra de movimiento. La de posición era ir avanzando lentamente. López avanzaba tratado tras tratado, lucha tras lucha. Y después un hombre que fue muy fiel a la causa de grandes federales, como es el caso de Dorrego, que cuando corría peligro de muerte vino a buscar en Santa Fe refugio, no llegó y en su última carta le pide a Estanislao López que no derrame sangre por su muerte. A pesar de que se habían enfrentado en la Batalla de Gamonal, luego forjaron una amistad en base a los ideales del federalismo.

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