¿De fascistas a guerrilleros?*
Una Crítica a la historiografía del Movimiento Nacionalista Tacuara y sus derivas hacia la Izquierda Peronista en la Argentina
Por Esteban Campos**
El objetivo de este trabajo es analizar los discursos que, desde la historiografía, el periodismo y las memorias militantes, abordaron al Movimiento Nacionalista Tacuara (MNT), recortando de la amplia bibliografía existente la referida a los tacuaristas que se incorporaron a la izquierda peronista, y compartieron sus posiciones anticapitalistas y socialistas. Forma parte de un proyecto de investigación más amplio, interesado por los itinerarios militantes que partieron del nacionalismo, el marxismo, el catolicismo y los intelectuales en dirección al llamado “peronismo revolucionario”. Tacuara es uno de los movimientos radicales más controvertidos de la historia argentina reciente, tanto por el impacto que provocó en la opinión pública de su tiempo, como por los balances más actualizados. Fue una organización política de la derecha nacionalista y católica con una notable exposición pública entre 1958 y 1964, cuyos orígenes se remontan a un núcleo de militantes provenientes de la Unión Nacionalista de Estudiantes Secundarios (UNES).
La UNES nació en 1935 como una organización juvenil de la Legión Cívica, grupo de inspiración fascista creado durante la dictadura del general José Félix Uriburu. El recambio generacional de la UNES llevó al lanzamiento de la Alianza de la Juventud Nacionalista, que en 1943 pasó a denominarse Alianza Libertadora Nacionalista (ALN). A diferencia de sus predecesores, los aliancistas incorporaron el revisionismo histórico1 y el nacionalismo económico a su identidad política. El desplazamiento del nacionalismo elitista a posiciones cercanas al nacionalismo popular no alteró el anticomunismo de la organización ni su simpatía por las potencias del Eje. La ALN participó de la movilización obrera del 17 de octubre de 1945 y se acercó al peronismo, pero el enfrentamiento de Juan Domingo Perón con la Iglesia católica terminó fracturando la organización: mientras los aliancistas peronistas se especializaron en las acciones directas contra la oposición, la UNES se sumó al campo antiperonista y participó del golpe de Estado que derrocó a Perón en 1955.
Tacuara apareció en público por primera vez en 1958, cuando el presidente Arturo Frondizi le dio a las universidades privadas la autoridad para expedir títulos y formar profesionales. La opinión pública se polarizó entre los partidarios de la “laica”, que defendían el monopolio estatal de la educación pública, y los que reclamaban la “libre” en apoyo del decreto gubernamental y la educación privada. De un lado se alinearon la Universidad de Buenos Aires, las federaciones universitarias, partidos políticos de centro y de izquierda. Del otro el gobierno, la Iglesia católica, los partidos conservadores y el MNT, que empezó a llamar la atención por sus violentos enfrentamientos con los manifestantes laicos. En sus primeros años, a Tacuara ingresaban jóvenes que tenían entre 14 y 18 años, estudiaban en colegios católicos y estaban emparentados con tradicionales familias patricias. Su ideología recorría buena parte del universo cultural de la derecha argentina y europea de entreguerras: el falangismo de José Antonio Primo de Rivera, el nacional- sindicalismo de Ramiro Ledesma Ramos, la historiografía revisionista, teóricos del antisemitismo como el padre Julio Meinvielle, e intelectuales como el francés Jaime María de Mahieu, un colaboracionista del régimen nazi asilado en la Argentina que criticaba la propiedad privada y la plusvalía2. En palabras de Alberto Ezcurra Uriburu, principal dirigente de la organización y ex seminarista:
“Nosotros partimos de bases católicas espiritualmente, políticamente nacionalista, sindicalista y comunitario en el orden económico (…) Se entiende por izquierda (…) un reordenamiento social y económico revolucionario. Por derecha se entiende la defensa de la religión, de la tradición y de la patria, y nosotros no queremos ni una cosa ni la otra, sino una síntesis de ambas, para romper con los moldes de izquierda y derecha (…) Queremos una revolución social; pero con el signo de Dios y la bandera de la Patria”3.
A partir de su intervención en el conflicto de la laica contra la libre, el MNT creció en número y modificó su composición social: desde mediados de 1959, los militantes ya no provenían solamente de la zona norte de la ciudad de Buenos Aires donde vivía la alta burguesía, sino que llegaban en un número cada vez mayor de barrios de clase media, y en algunos casos de hogares obreros.
Sin embargo, el crecimiento de Tacuara y su aproximación al peronismo generaron crisis y rupturas. En enero de 1959, varios tacuaristas apoyaron la huelga del frigorífico Lisandro de la Torre organizada por la CGT peronista, mientras los nuevos militantes de origen pequeño burgués y obrero que ingresaban al MNT creaban comandos con nombres que delataban un cambio cultural, como “17 de octubre”, “1 de mayo”, “Eva Perón” y “Lealtad”. El boletín Ofensiva publicado por el Departamento de Formación de Tacuara, en cambio, solo autorizaba denominar a las células locales de la organización con nombres como “Juan Manuel de Rosas”, “Sandino”, “Cristo Rey”, “La empresa comunitaria” y “Adolfo Hitler”4.
Aunque Ezcurra Uriburu creó las Brigadas Sindicales para canalizar las simpatías peronistas de los nuevos activistas, y preservar la unidad de la organización al amparo de la ideología nacional-católica, las disidencias no tardaron en aparecer: en octubre de 1960, un grupo cercano al padre Meinvielle –autor de ensayos como El judío en el misterio de la historia y Los tres pueblos bíblicos en su lucha por la dominación del mundo– rompió con el MNT para fundar la Guardia Restauradora Nacionalista (GRN). Para esta derecha dentro de la derecha, el entusiasmo por el peronismo, la Revolución cubana y las doctrinas económicas de Jaime María De Mahieu evidenciaban que Tacuara había sido conquistada por “el fidelismo, el trotskismo y el ateísmo”5. Por el contrario, otros militantes que criticaban a Tacuara por no comprometerse a fondo con el peronismo crearon en 1961 el Movimiento Nueva Argentina (MNA), una escisión del MNT que se proclamó abiertamente peronista y forjó una estrecha relación con la Unión Obrera Metalúrgica. Tacuara se había convertido en un frágil azulejo de varios colores que se resquebrajaba cada vez más, y estaba a punto de romperse.
En paralelo a la disgregación del MNT, se inició una ola de atentados antisemitas que alcanzó su clímax entre 1960 y 1962, coincidiendo con el secuestro en la Argentina por un comando israelí del criminal de guerra nazi Adolf Eichmann6. El primer caso de alto impacto en la opinión pública fue el secuestro en 1962 de la estudiante de ascendencia judía Graciela Sirota, que acusó a grupos antisemitas por haber tatuado una cruz esvástica en su pecho. El segundo fue el atentado contra Raúl Alterman en 1964, asesinado a balazos por miembros de Tacuara, en represalia por la muerte de tres miembros de la organización en un enfrentamiento con militantes del Partido Comunista. Los padres de la víctima recibieron una carta que decía: “Nadie mata porque sí nomás; a su hijo lo han matado porque era un sucio judío”7.
En 1962 tuvo lugar una nueva ruptura a partir de un grupo liderado por José Luis Nell y Joe Baxter, que se insertaron en el peronismo desde una posición cercana al nacionalismo de izquierda. El Movimiento Nacionalista Revolucionario Tacuara (MNRT) reivindicaba los procesos revolucionarios en Cuba y Argelia, leía a autores provenientes de la izquierda como Jorge Abelardo Ramos y Juan José Hernández Arregui, y practicaban acciones armadas de carácter expropiatorio. Esta mutación expresaba el pasaje de la ideología nacional-católica del MNT -caracterizada por una teología de la política y la historia en clave racialista- a un nacionalismo más secularizado, interesado por la emancipación económica y social del Tercer Mundo. Como decía Joe Baxter en un reportaje del semanario Primera Plana: “El problema no se da entre blancos y negros, sino entre explotadores y explotados. Si los explotadores blancos son muchos más que los explotadores negros, no es eso un motivo de orgullo para la raza blanca”8.
La autodefinición del MNRT como peronista y revolucionario lo aproximó a la Juventud Peronista, a grupos nacionalistas de izquierda y a la lucha armada. En agosto de 1963, un comando del MNRT asaltó el Policlínico Bancario en el barrio porteño de Caballito, dejando dos muertos, tres heridos y un botín equivalente a 100.000 dólares como resultado del “Operativo Rosaura”. La organización empezó a disolverse en marzo de 1964, cuando una investigación policial develó la autoría del asalto al Policlínico, y se produjo una ola de arrestos. En la cárcel, un grupo de militantes del MNRT se acercó al marxismo, sin abandonar el peronismo como identidad política. Algunos, como Jorge Cafatti, Carlos Arbelos y Alfredo Roca, continuaron su militancia en las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP). Otros, como Joe Baxter y José Luis Nell, se vincularon al Ejército Revolucionario del Pueblo y a Montoneros, respectivamente.
En las producciones más recientes sobre Tacuara es posible advertir una diversidad de miradas que se pueden agrupar en dos tendencias: la primera, que coincide mayoritariamente con la historiografía producida en instituciones científicas y universitarias, ve al MNT como un producto del nacionalismo de entreguerras en Europa, el fruto tardío de las derechas nacionalistas con simpatías fascistas en la Argentina. En consecuencia, habría una continuidad entre Tacuara y el imaginario político de la década de 1930, que predominaría más allá de las escisiones a derecha e izquierda sufridas por el MNT9. Es un tiempo homogéneo sin muescas ni cesuras relevantes, que lejos de concluir con el fin de la Segunda Guerra Mundial, se extendería en las décadas siguientes a la inmediata posguerra.
La segunda tendencia se concentra en el pasaje del MNT al MNRT y prioriza las rupturas antes que las continuidades, enfatizando el vínculo entre los años 50’, 60’ y 70’. Este enfoque es habitado a su vez por dos miradas con oposiciones y coincidencias: por un lado, los ex militantes de Tacuara y sus apologistas, que naturalizan el vínculo histórico entre derecha nacionalista y peronismo, relativizando la inclinación del MNT hacia el fascismo y el antisemitismo10. Por el otro, los trabajos que definen al MNRT como la primera guerrilla urbana de la Argentina, señalando el asalto al Policlínico Bancario de 1963 como el acta fundacional del ciclo de violencia política que condujo al terrorismo de Estado11. Reconociendo que esta división es algo esquemática, y solo engloba a la bibliografía más conocida sobre Tacuara en lengua castellana, mi hipótesis es que los argumentos “continuistas” y “rupturistas” sobre Tacuara le niegan una temporalidad específica a la coyuntura en la que surge.
1- CONTINUIDADES
La ideología de la derecha nacionalista
La historiografía académica sobre el nacionalismo de derechas en la Argentina incluyó a los años sesenta en una narrativa cuyos principales argumentos se remontaban a 1930 y la cronología de los fascismos europeos. Alrededor de 2006 creció exponencialmente el número de trabajos que desplazaron sus coordenadas temporales a la segunda mitad del siglo XX. La historia reciente sumergió a las pesquisas sobre la derecha nacionalista en “…un mar de incertidumbres, producto de la necesidad de encontrar referencias ciertas que comuniquen ese nacionalismo posterior al peronismo con las experiencias de la primera mitad del siglo”12. Quizás por esa necesidad de encontrar un marco referencial vinculado a la matriz histórica del nacionalismo derechista, algunas de las investigaciones más recientes consideran a Tacuara y sus ramificaciones como un movimiento neonazi o neofascista, que no habría superado el horizonte cultural del período de entreguerras.
Para Leonardo Senkman, Tacuara fue una banda paramilitar nacionalista al servicio de las fuerzas de seguridad, “la principal organización antisemita de la derecha nacionalista católica entre 1962 y 1965”13. La crisis del MNT se habría producido por diferencias internas frente al movimiento peronista, ruptura que incluyó una autocrítica del MNRT por su pasado antisemita. Sin embargo, Senkman señala que la Tacuara revolucionaria proponía una reforma educativa en clave católica y asimilacionista, lo que indicaría una continuidad manifiesta con el imaginario del nacionalismo de entreguerras14. Otro trabajo “continuista” es el de Federico Finkelstein, que lleva al extremo la simplificación del MNT y sus derivas hacia la izquierda peronista como ejemplo de dinámicas político-culturales de largo aliento. En Orígenes de la “guerra sucia”. Fascismo, populismo y dictadura en la Argentina del siglo XX se intenta explicar la violencia política guerrillera y el terror estatal por el legado ideológico del fascismo argentino, un “demonio” engendrado unilateralmente por Tacuara15. Para Finkelstein, casi toda la cultura política de la Argentina entre 1955 y 1976 puede caracterizarse como fascista:
“Tacuara se relacionaba con el fascismo en la medida en que el nacionalismo era fascista en la Argentina y Tacuara continuaba y reformulaba su legado (…) Tacuara fue un puente por el cual la juventud entró en contacto con grandes tradiciones políticas, desde el nacionalismo fascista católico ligeramente reformado, del que habían surgido las formas radicalizadas de derecha y de izquierda del peronismo”16.
El nacionalismo católico fascista que atravesaba la cultura política del MNT, habría sido el germen de las vertientes radicalizadas del peronismo, y la cuna de los principales dirigentes de la guerrilla argentina. La densa trama de organizaciones armadas y no armadas de la izquierda peronista, o la compleja historia del PRT-ERP se reduce a la trayectoria de un puñado de dirigentes como Fernando Abal Medina, Mario Firmenich, Joe Baxter y Rodolfo Galimberti. Por otra parte, las escisiones de Tacuara no habrían significado una ruptura significativa, ya que cada facción conservó el lenguaje fascista, el culto a la violencia y el catolicismo nacionalista de los primeros tiempos17. En consecuencia, el MNRT conservó algunos rasgos del antisemitismo originario de Tacuara, resultado del cruce entre nacionalismo neofascista, peronismo y tercermundismo18.
La investigación de Valeria Galván sobre Tacuara y sus agrupaciones derivadas acepta la continuidad de la tradición nacionalista, pero advierte varios matices. Por un lado, el MNRT representaba un giro a la izquierda en relación a la Tacuara originaria, ya que “de modo paulatino, se dejaban de lado en lo programático el antisemitismo y la nostalgia del orden perdido por consignas cada vez más izquierdistas”19. Sin embargo, en lo programático se mantenía la tradicional utopía falangista: un capitalismo de Estado, neutralista en política exterior y nacional-católico en materia educativa. Tras comparar los órganos de prensa de Tacuara y sus ramificaciones, Galván entiende que a pesar de las diferencias en ciertos contenidos, “las similitudes y continuidades que existen entre las prácticas discursivas del MNT, la GRN y el MNRT (…) superan a las diferencias”20. En todas las publicaciones se repiten tópicos como el criollismo, el revisionismo, el antiliberalismo, el culto al heroísmo y la exaltación de la masculinidad.
Daniel Lvovich incluye el caso del MNT en una tipología más amplia, que considera al fascismo como un fenómeno transnacional caracterizado por el ultranacionalismo, el populismo, la simultaneidad de motivaciones conservadoras y revolucionarias, el antiliberalismo y un anticapitalismo selectivo21. Hasta mediados de la década de 1960, Tacuara habría formado parte de la extrema derecha, por lo tanto sería válido definirla como un fascismo o neofascismo a escala argentina. El esfuerzo de conceptualizar a Tacuara tiene sus momentos de mayor lucidez cuanto más se preocupa por la especificidad del nacionalismo en la historia argentina reciente. Por el contrario, el problema de realizar una generalización empírica para construir una tipología universal es el de fijar a Tacuara y sus ramificaciones en una definición rígida, sin tener en cuenta la multiplicidad y dispersión de cada experiencia militante. Si atendemos al crecimiento y la desorganización que experimentó el MNT a partir de 1958, ¿debemos hablar de una o varias Tacuaras? ¿Es posible incluir al MNA y el MNRT en la familia de la extrema derecha, considerando la flotación de sus trayectorias grupales e individuales, y lo temprano de los desgajamientos de la Tacuara originaria en 1961 y 1962? 22.
Nacionalismo y peronismo
Desde su emergencia alrededor de 1945, el peronismo generó profundas tensiones en el campo nacionalista. Algunos se entusiasmaron con un movimiento apoyado por la Iglesia Católica y la Fuerzas Armadas, que parecía realizar el sueño de un gobierno autoritario, soberanista y antiliberal. Otros desconfiaban de la base plebeya y las ambigüedades ideológicas del general Juan Domingo Perón, al que consideraban un plagiario del discurso nacionalista. Hacia 1954, las diferencias del nacionalismo en torno al fenómeno peronista se convirtieron en enemistad abierta, cuando el conflicto entre Perón y la Iglesia encontró a la ALN y la UNES en bandos opuestos. ¿Cómo analizar a Tacuara y el peronismo en la nueva coyuntura abierta por el derrocamiento del gobierno constitucional?
El estallido del campo político peronista generó una crisis de hegemonía y licuó la polarización ideológica desarrollada entre 1945 y 1955. Por esta razón, los 60’ fueron una década de mayor fluidez de las identidades políticas, situación que facilitó el mestizaje de militancias y la aparición de nuevas organizaciones que valorizaron el fenómeno peronista. Valeria Galván sostiene que “la influencia del peronismo en Tacuara, si bien auténtica, fue sobredimensionada tanto por la historiografía especializada como por la opinión pública general”23. El MNT veía al peronismo como un nacionalismo imperfecto, “un inmenso flan que influye en la vida nacional por el solo peso muerto de su expresión numérica”, en palabras de Alberto Ezcurra Uriburu24. Para el dirigente tacuarista, el deber del nacionalismo era dar a la masa peronista una orientación y un programa revolucionario25. En consecuencia, el acercamiento al peronismo no tendría que ver únicamente con un cambio en la composición social de la organización, sino con las ideas nacional-sindicales del MNT: “Pese a que, muchos de los principales líderes del MNT, del MNA, de la GRN y del MNRT continuaron, efectivamente, su activismo político en el peronismo, este proceso no fue más que una continuación de la militancia por ideales nacionales…”26.
Si el compromiso con el peronismo era solo una continuación de la militancia nacionalista, ¿por qué se crearon nuevas organizaciones y se disolvieron otras? ¿Por qué se abandonaron o marginaron tópicos como el racialismo, el catolicismo, el nacionalismo político-cultural y se incorporaron otros, como el clasismo y el nacionalismo económico? Más que influenciar a Tacuara, el peronismo contribuyó a su crisis y división, de manera similar al proceso de descomposición sufrido por la ALN en los años 40’ y 50’. Si la idea original de Ezcurra Uriburu era copar al peronismo desde el nacionalismo, su organización fue asimilada a tal punto que el MNT terminó vinculándose a la derecha sindical peronista. Como apunta Lvovich: “La expansión del peronismo en esa década [del 60] y la siguiente, y su capacidad para articular a las de signos políticos contradictorios, dejaban poco margen para un accionar autónomo que permitiera el crecimiento de la derecha nacionalista” 27.
La naturalización de las continuidades entre nacionalismo y peronismo puede llevar también a sobre representar la política y la cultura de derechas. Un ejemplo es el libro de Juan Esteban Orlandini Tacuara…hasta que la muerte nos separe de la lucha, que se concentra en la trayectoria del MNT desde 1964. La evidente empatía del autor con las ideas de la derecha nacionalista no facilita la comprensión del fenómeno desde su lógica interna, ya que el libro queda cautivo de las categorías nativas de su objeto de estudio, y sigue al pie de la letra el discurso de Tacuara sobre sí misma, caracterizada como un movimiento revolucionario28. La continuidad entre el peronismo y la derecha nacionalista se fundamenta por ser integrantes de “un mismo conjunto ideológico”, basado en una concepción telúrica, romántica y criollista de la nación argentina29. Esta estrategia discursiva, visible en la reconstrucción del tiroteo de 1964 que acabó con la vida de tres militantes del MNT, mimetiza a Tacuara con el nacionalismo popular y el peronismo sindical, disimulando sus orígenes elitistas y racistas30. Pero el libro adopta un tono rupturista cuando aleja al MNT del antisemitismo, como se nota en los trabajos que analizaremos a continuación.
2. RUPTURAS
La Tacuara revolucionaria
El surgimiento de narrativas históricas sobre Tacuara y sus derivaciones que asocian estas experiencias a los cambios de la sociedad argentina en los años 50’, 60’ y 70’, no se puede explicar solo por la evolución interna de las ciencias sociales. Al finalizar la década de 1990, la crisis de los horizontes de expectativa generados por la restauración democrática en la Argentina generó un renovado interés por la historia reciente31. De la preocupación por el terrorismo de Estado y sus víctimas, característica de la transición a la democracia, las nuevas preguntas se orientaron a la militancia política y los proyectos revolucionarios. El periodismo y las memorias militantes respondieron en primer lugar a la demanda social por conocer el pasado reciente. El libro de Roberto Bardini Tacuara. La pólvora y la sangre (2002) relativiza la definición del MNT como una organización ultranacionalista, xenófoba y violenta. Se trata de un relato a mitad de camino entre la indagación periodística y la palabra testimonial, escrito para reivindicar la memoria de los militantes nacionalistas que se vincularon a la izquierda peronista. Por eso el autor intenta separar a Tacuara del nazismo y el antisemitismo, destacando que varios ex tacuaristas fueron víctimas del terror estatal en los años 70’. Si en varios trabajos académicos el fenómeno Tacuara es subsumido en la tipología de los fascismos europeos, el texto de Bardini por el contrario resalta lo diferente, lo heterogéneo y lo disperso del MNT:
“Salvo en sus inicios, Tacuara nunca fue una organización ideológicamente homogénea. A pesar de sus férreos códigos, en su interior convivieron-mientras fue posible- varias corrientes nacionalistas. Hubo tendencias semiaristocráticas con nostalgias de los años treinta y tendencias ‘plebeyas’; católicas antiperonistas y católicas peronistas; ‘fascistoides’ y ‘socializantes’; golpistas pro militares e insurreccionales populistas. Tampoco faltaron los simpatizantes del anarcosindicalismo (…) ¿Hubo entre los integrantes de Tacuara simpatizantes de Hitler y Mussolini?: sí, pero en su etapa inicial y no todos lo fueron. ¿Fue Tacuara anticomunista?: sí, pero no hay que olvidar la trayectoria del desprestigiado Partido Comunista Argentino, cuyos ojos estaban puestos más en Moscú que en Catamarca o Jujuy. ¿Fue Tacuara una organización antisemita?: sí, pero en el transcurso del tiempo la mayor parte de sus militantes abandonó esa postura y sólo un núcleo muy reducido se mantuvo irreductible”32.
Aquí los componentes más racistas de Tacuara se diluyen en la singularidad de su ideología política (eran falangistas y no nazis, eran antisionistas antes que antisemitas). La militancia tacuarista aparece como un ensayo previo para la inserción en el peronismo revolucionario donde “las mismas manos que pintaban esvásticas en las paredes de Villa Crespo, arrojarán cócteles molotov contra los ómnibus durante los paros generales”33. De esta manera, la mirada del autor tiende al anacronismo, ya que no comprende el pasado en su contexto específico sino a partir de su evolución ulterior. Para Valeria Galván, se trata de un relato “desnazificado” de Tacuara:
“Bardini se distancia (como ex miembro del MNT y del MNRT) de la Tacuara nazi, fascista, católica e hispanista y, pese a reconocer la existencia de una Tacuara “de derecha” contrapone a ella una segunda Tacuara, que se ve exculpada, en última instancia, por sus filiaciones con el peronismo de izquierda y su carácter de víctima de la última dictadura militar”34.
La militancia de izquierda y la condición de detenidos-desaparecidos en los años 70’ borrarían el estigma del antisemitismo y la violencia derechista, redimiendo a la Tacuara revolucionaria por su martirización en la dictadura militar. Como sostiene Luis Fernando Beraza, miradas como la anterior parten de un prejuicio dependiente del punto de vista del narrador, que establece una dicotomía entre una Tacuara “buena” –de izquierda, cercana al peronismo y de origen popular– y una Tacuara “mala” –de derecha, antisemita y aristocrática35–. Algo similar ocurre con el libro de Juan Gasparini Manuscrito de un desaparecido en la ESMA. El libro de Jorge Cafatti, que realiza una breve semblanza biográfica del militante de las Fuerzas Armadas Peronistas, el MNRT y el MNT. Gasparini afirma que la politización de Cafatti habría empezado en 1955 con la resistencia peronista a la dictadura militar, opinión que contribuye a minimizar su paso por la derecha nacionalista36. Lo que no explica la biografía es por qué Cafatti eligió a Tacuara en primer lugar, y no a otras organizaciones más directamente vinculadas al peronismo y la resistencia, como la Juventud Peronista. Finalmente, el trabajo de Juan Esteban Orlandini lleva al extremo la “desnazificación” del MNT, considerando el odio racial atribuido a Tacuara como una preocupación importada de los Estados Unidos37.
¿Primera guerrilla urbana?
El libro del periodista Daniel Gutman Tacuara, Historia de la primera guerrilla urbana argentina, fue publicado hacia 2003, en medio del auge de narrativas sobre la historia reciente argentina. Se trata de una investigación ampliamente documentada a través de testimonios, prensa periódica, expedientes judiciales y fuentes secundarias, que tiene a la violencia antisemita del MNT como uno de sus problemas centrales de investigación.
¿Esto quiere decir que adopta una mirada “continuista”, como la que presentan los trabajos de Leonardo Senkman y Federico Finkelstein? Por el contrario, el trabajo de Gutman es más sensible a las rupturas, ya que entiende a Tacuara y sus ramificaciones como el principio de la violencia política de los 70’:
“Mi concepto sobre Tacuara era aquél que se había convertido en el común- mente aceptado. Esto es: había sido un grupo fascista y antisemita, de fama efímera a comienzos de la década de los sesenta (…) Me intrigaba, sin embargo, el lazo que unía a Tacuara con la violencia de los años setenta. El tránsito de muchos personajes del grupo a las organizaciones guerrilleras y a las bandas parapoliciales de la de- recha había sido mencionado en libros y artículos periodísticos, pero siempre se había tratado superficialmente (…) El puente hacia la Argentina explosiva de los setenta era el testimonio de que Tacuara había sido algo mucho más complejo de lo que parece. La prueba de que, a pesar de su relativo peso en el tablero político nacional no sólo había constituido una etapa formativa para muchos que después recorrieron largos kilómetros en el camino de la violencia política, sino también había sido el germen de algo más importante que estaba incubándose en los setenta”38.
Gutman tiene en cuenta el peso del imaginario de entreguerras en la formación de Tacuara, pero su principal motivación es estudiar la orientación de las prácticas, ideas y trayectorias militantes del MNT hacia la izquierda o la derecha del campo político setentista. Esta inclinación a situar la violencia guerrillera y el terror estatal o paraestatal como núcleo de un gran relato trágico del pasado reciente argentino, es un tópico central en la teoría de los dos demonios, elaborada durante la transición democrática de los años 80’. Su argumento central, desplegado en el prólogo del Nunca más. Informe de la Comisión Nacional por la Desaparición de Personas, es que la sociedad argentina fue víctima del terrorismo de ultraizquierda y ultraderecha, que a su vez habría provocado el golpe militar de 1976 y la represión ilegal. El discurso de la “violentología”, que reduce el pasado reciente a la dimensión de la violencia política39, interviene cuando Gutman define a Tacuara como un grupo de choque asociado a los servicios de inteligencia, o bien como una moda para jóvenes atraídos por las peleas callejeras. El acento en las prácticas violentas impide pensar la racionalidad política de la organización, y torna verosímil la “confusión ideológica y hasta mental” atribuida a Tacuara por sus contemporáneos40. Otro autor que define el asalto del MNRT al Policlínico Bancario en 1963 como acto fundacional de la guerrilla urbana es Juan Gasparini:
“el asalto al Policlínico fue un hecho maldito dentro del nacimiento de la guerrilla en la Argentina; y tiene todas las características del fenómeno de la guerrilla peronista que se va a engendrar después, porque de la Tacuara original, que no era abiertamente antiperonista pero tampoco era pro peronista, de esa Tacuara clerical, nacionalista, estos tipos que participan en el Policlínico lo hacen para romper con sus compañeros y plantear dos cosas: la lucha armada y la identidad peronista. Estos dos elementos están presentes entre 1968 y 1970 en el nacimiento y desarrollo de las organizaciones armadas peronistas, con ese carácter desordenado y sangriento de la violencia, que expresa el fenómeno del Policlínico y que creo que no es muy distinto de la violencia que ejercieron las organizaciones arma- das peronistas. Ahí hay un molde, y sí seguimos a los demás personajes del Policlínico vemos que todos tomaron caminos políticos que estuvieron mar- cados por las organizaciones guerrilleras posteriores”41.
Esta idea se planteó inicialmente en un artículo de Karina García para la revista Todo es Historia, y desde entonces ha cristalizado como sentido común en varias investigaciones42. La preocupación por trazar una genealogía de la violencia política recuerda la crítica de Marc Bloch a los historiadores obsesionados por “el ídolo de los orígenes”, que confundían el principio con las causas, la filiación con la explicación43. Dicho de otro modo, ¿importa determinar cuándo fue el primer operativo de la guerrilla urbana, o es preferible analizar cuáles fueron las condiciones para el desarrollo de la lucha armada en las ciudades? Por otro lado, ¿es correcto caracterizar al MNRT como una guerrilla urbana? Gabriel Rot ha señalado que la Tacuara revolucionaria:
“se presentó más como una evolución izquierdista de la Tacuara original, fuertemente influenciada por la tradición de la Resistencia Peronista, la Revolución cubana y los movimientos nacionalistas del Tercer Mundo (especialmente de Argelia y Egipto) que como un representante de la estrategia guerrillera revolucionaria, más allá de las declamaciones que por entonces destacaron a algunos de sus integrantes o el posterior involucramiento de algunos de ellos en organizaciones como el PRT o los Montoneros”44.
Para Rot, la guerrilla urbana fue parte de un proceso transnacional de radicalización política marcado por la Revolución cubana, que formuló una nueva concepción de la militancia, los métodos y la organización revolucionaria. Si pensamos en el ciclo de las guerrillas latinoamericanas, desde el auge del foquismo rural entre 1960 y 1967, hasta la generalización de las guerrillas urbanas en el Cono Sur a partir de 1968, difícilmente se puede inscribir al MNRT en esa secuencia. La Tacuara revolucionaria no parecía una guerrilla moderna con comandos clandestinos y jefatura político-militar, ya que compartía las formas organizativas más movimientistas e insurreccionales del MNT y la resistencia peronista. La Tacuara revolucionaria era una milicia con células barriales de agitación y propaganda sin una compartimentación muy rígida45, lo que explica la caída casi completa de sus integrantes cuando la policía descubrió al entregador del asalto al Policlínico. Al mismo tiempo, el MNRT realizó operativos armados sin firma, en el marco de una estrategia orientada a desarrollar la lucha armada en la ciudad y el campo. ¿Sería posible entonces definirlo como una proto-guerrilla urbana?46.
3. CONSIDERACIONES FINALES.
Tacuara se convirtió muy pronto en materia de pesquisas y controversias para sus contemporáneos. Los trabajos pioneros de Rogelio García Lupo, Eduardo Galeano y Marysa Navarro Gerassi fueron escritos en un ambiente cultural moldeado por la guerra fría, la insurgencia armada, la gravitación del partido militar en la Argentina, las revelaciones de la Shoá y la emergencia del neonazismo en Europa. A pesar de su limitada documentación, estas investigaciones generaron sentidos fuertes sobre Tacuara y sus ramificaciones que perduran hasta el día de hoy: la definición de García Lupo del MNT como un grupo de conspiradores de clase alta copado por jóvenes peronistas de clase media; para Galeano, una banda de adolescentes unida por el placer de la aventura para generar hechos violentos, o una nueva generación nacionalista que continuó la tradición de los años 30’, basada en el ideario católico, antisemita, antimarxista, anticapitalista, hispanista y rosista según Navarro Gerasi47. Un segundo conjunto de trabajos publicados en las décadas de 1980 y 1990 se ocuparon de Tacuara lateralmente, como parte del ciclo de violencia política que desembocó en el terror estatal y paraestatal de los años 70’. En estas producciones se remarcó el antisemitismo y el anticomunismo del MNT, así como la presencia de ex tacuaristas en las organizaciones guerrilleras y las fuerzas represivas48. Desde 2002 apareció un tercer grupo de narrativas sobre Tacuara construidas desde el periodismo, las memorias militantes y las ciencias sociales, que acabamos de analizar más arriba. Si bien estos trabajos adoptaron nuevos enfoques y ampliaron el conocimiento sobre el nacionalismo de los años 60’, no escaparon a las premisas instaladas por las primeras investigaciones.
Tacuara apareció en una época bisagra del siglo XX, un momento en que la guerra fría hizo saltar los marcos de referencia simbólica del antiguo nacionalismo. En esta nueva coyuntura se dio una situación paradójica, donde los viejos enemigos se convirtieron en aliados: importantes sectores de la Iglesia católica, el peronismo, las fuerzas arma- das y los nacionalistas coincidieron con los demócratas, los liberales y la política exterior norteamericana en la cruzada contra el comunismo. La defensa de los valores “occidentales y cristianos” tensionó el imaginario nacionalista, que había alcanzado un notable desarrollo en la Argentina entre 1930 y 1945 en oposición a la democracia liberal y al expansionismo anglosajón. Con la caída del gobierno peronista en 1955, se constituyó un campo político signado por la dispersión, las mezclas y los tránsitos políticos, a mitad de camino entre una época de intensa polarización alrededor de la dicotomía peronismo-antiperonismo (entre 1945 y 1955), y otro momento de polarización aún más violenta, cuyo principal vector sería la dicotomía izquierda-derecha en los años 70’. Una hipótesis de trabajo para comprender el desplazamiento de sectores del MNT a posiciones lindantes con el peronismo y la izquierda, sería pensar que el nacionalismo de Tacuara fue una respuesta al nuevo escenario global planteado por la guerra fría. Si el catolicismo ultramontano quedó del mismo lado que el imperialismo norteamericano y las fuerzas armadas, varios militantes de derecha atraídos por el nacionalismo de Cuba, Egipto y Argelia concluyeron el duelo con el universo simbólico de la Segunda Guerra Mundial para coincidir con peronistas, católicos e izquierdistas en la constelación tercermundista.
Opto entonces por una lectura “contextualista” de Tacuara, semejante a otras que, desde diferentes ángulos de interpretación, se ubican en un punto de equilibrio entre las tesis “continuistas” y “rupturistas”. Para Michael Goebel, los investigadores que destacan la metamorfosis del nacionalismo de derecha en nacionalismo de izquierda entre 1930 y 1960, como David Rock, Richard Gillespie y Alan Angell, no estudian la transición entre uno y otro49. La continuidad entre ambas experiencias estaría dada por el populismo, pero también habría rupturas por la hegemonía que la “nueva izquierda” tendría en los años 60’ y 70’. En este proceso, el peronismo funcionó como una esfera de sociabilidad para enlazar militantes provenientes de la derecha y la izquierda, siendo la peronización el “activador decisivo de la movilidad ideológica”50. El libro de Luis Fernando Beraza Nacionalistas. La historia política de un grupo polémico también se para en un punto intermedio, si bien coincide con la imagen desnazificada de Tacuara51. El autor niega la centralidad del antisemitismo en el imaginario del MNT, pero al mismo tiempo reclama estudiar la organización en su contexto, adoptando explicaciones coyunturalistas que recuperan factores escasamente ponderados, como la desilusión del nacionalismo con la Revolución Libertadora en 1955, los cambios en la Iglesia Católica y los nuevos alineamientos de la guerra fría. A una conclusión similar parece arribar Juan Luis Besoky, que define a Tacuara como una nueva derecha influida por la revolución cubana y argelina52.
La historiografía académica ve más continuidades que rupturas entre 1930 y 1960, y prefiere investigar la circulación de ideas antes que las trayectorias políticas. En la versión más extrema y simplificada de Finkelstein, Tacuara continuó y reformuló el legado del nacionalismo fascista, dos palabras que sería redundante articular en la Argentina53. Sin embargo, la inclusión de MNT en la tipología de los fascismos europeos corre el riesgo de minimizar los rasgos singulares y específicos del tacuarismo. Del otro lado, las memorias militantes y el periodismo operan a la inversa, subrayando las rupturas antes que las continuidades. Esta perspectiva estudia la evolución de las trayectorias políticas antes que la circulación de ideas, en una línea que arranca a fines de 1950 y llega hasta los 70’. A pesar de sus diferencias, Roberto Bardini y Daniel Gutman realizan la misma operación de tensar lo específico de la coyuntura abierta por la Revolución Libertadora hasta el golpe militar de 1976, uno inmerso en la épica setentista de la resistencia y el compromiso político, el otro con una mirada trágica ubicada en las coordenadas ochentistas de la teoría de los dos demonios54. Por eso Tacuara parece una organización “perdida en el tiempo”, que se explica por lo que pasó antes o después de ella, pero rara vez se la sitúa en su coyuntura específica.
Si bien las investigaciones sobre Tacuara y sus ramificaciones han crecido en las últimas décadas, el fenómeno aún no ha sido estudiado en todas sus dimensiones. En primer lugar, sería necesario construir una sociología de Tacuara con perspectiva nacional, ya que la mayoría de las investigaciones se realizan sobre documentos y testimonios producidos en la ciudad de Buenos Aires, o bien aceptan como evidente el argumento de García Lupo y Galeano sobre el cambio en la composición de clase como causa de la radicalización política del MNT. Otro tema poco trabajado es el de las formas de la violencia en las diferentes versiones de Tacuara: ¿es posible ver a los combates callejeros del MNT como una violencia ritual destinada a construir una frontera identitaria, a tono con la mística político- religiosa de grupo? El MNRT, en cambio, quería tomar el poder a través de operativos armados, siguiendo una concepción instrumental de la violencia como medio para concretar objetivos políticos. Por último, el antisemitismo de Tacuara y sus derivas es una preocupación legítima que no se investiga con suficiente profundidad, tratado la mayoría de las veces como un núcleo duro de ideas inmutables. ¿Qué clase de judeofobia ponía en acto el MNT? ¿Se trataba de antijudaismo religioso al estilo medieval, de antisemitismo biológico en clave moderna, de antisionismo político? ¿El antisionismo de las Tacuaras era una versión secularizada de su antisemitismo biológico, una forma políticamente correcta de presentarse en sociedad? ¿Cómo fue la representación de Tacuara en la cinematografía argentina? ¿Cuál fue la naturaleza de los debates que provocó el peronismo en el interior del MNT? ¿El marxismo jugó un papel importante en el alejamiento del MNRT de la familia de las derechas? Son todas líneas posibles de investigación que exigen el hallazgo de nuevos documentos, por ejemplo la colección completa de publicaciones como Tacuara. Vocero de la juventud nacionalista, Tacuara del Manchón, Ofensiva y Barricada, hoy muy difíciles de conseguir más allá de algunos números dispersos.
Si por Tacuara pasaron militantes que en los 60’ y 70’ se vincularon a experiencias antagónicas en la derecha y la izquierda del campo político, ¿Cuál sería el peso específico de la militancia nacionalista en el tránsito hacia la izquierda peronista? No parece haber nada intrínseco en el MNT, ni una evolución propia que se moviera hacia posiciones anticapitalistas y socialistas, sino más bien acontecimientos externos (las revoluciones tercermundistas, la resistencia peronista) los que atrajeron a algunos tacuaristas hacia el campo del peronismo revolucionario. De todas maneras, sería incorrecto menospreciar el lugar que ofreció Tacuara como una primera escuela de militancia para varios cuadros de la izquierda peronista, que les permitió entrenarse en la acción directa pero también incorporar ideas, lecturas y símbolos del nacionalismo. En un momento donde se estigmatizaba a la izquierda antiperonista, el peronismo parecía un movimiento debilitado, y el nacionalismo era marginado por los militares liberales de la Revolución Libertadora, el MNT logró construir su propio espacio. En esa malla descosida del tejido político, Tacuara se presentó como un movimiento antisistema pero al mismo tiempo nacionalista y tradicionalista, atractivo para jóvenes que querían ingresar a la política persuadidos por la dialéctica de los puños y las pistolas.
* El artículo es parte del proyecto “Los afluentes de las organizaciones armadas peronistas. Itinerarios militantes, radicalización política y modernización cultural (1955-1973)”, aprobado para ingresar a la carrera del investigador del CONICET, Ministerio de Ciencia y Técnica de la Argentina. Fue presentado como ponencia en el V Congreso de la Red de Estudios sobre Peronismo, Resistencia, Chaco, República Argentina, 1 al 3 de septiembre de 2016.
** (UBA-CONICET) E-Mail: estebancampos1977@gmail.com
NOTAS
1 El revisionismo histórico argentino fue una corriente de pensamiento opuesta a la historiografía liberal que surgió en la primera mitad del siglo XX, y tuvo como principales exponentes a los hermanos Irazusta, Carlos Ibarguren, Ernesto Palacio y José María Rosa, entre otros. Reivindicó la herencia hispánica colonial, rehabilitó a los caudillos federales de la post-independencia y valorizó sus medidas económicas proteccionistas, como alternativa al panteón de próceres liberales y sus políticas librecambistas.
2 Luis Fernando Beraza, Nacionalistas. Historia política de un grupo polémico, 1927-1983 (Buenos Aires: Cántaro, 2005), 163.
3 “Los tacuaristas no somos asesinos, afirma su jefe”. Diario Crónica, 04 de abril de 1964.
4 Valeria Galván, “El Movimiento Nacionalista Tacuara y sus agrupaciones derivadas: una aproximación desde la historia cultural”. (Tesis para optar por el grado de magister en Sociología de la cultura (Buenos Aires: UNSAM, 2008), 163; Juan Manuel Padrón, “El Movimiento Nacionalista Tacuara: expansión, organización y conflictos; el caso de la provincia de Buenos Aires, 1958-1966”, Entrepasados 38-39 (Buenos Aires 2012): 37-58.
5 Roberto Bardini, Tacuara. La pólvora y la sangre (México: Océano, 2002), 44.
6 Marysa Navarro Gerasi, Los nacionalistas (Buenos Aires: Jorge Álvarez, 1965), 228; Padrón, “El Movimiento Nacionalista Tacuara:…, 40.
7 Daniel Gutman, Tacuara. Historia de la primera guerrilla urbana argentina (Buenos Aires: Vergara, 2003), 229.
8 “Variante: una Tacuara izquierdista”, en Semanario Primera Plana. 26 de septiembre de 1963.
9 David Rock, La Argentina autoritaria: los nacionalistas, su historia y su influencia en la vida pública (Buenos Aires: Ariel, 1993); Leonardo Senkman, “La derecha nacionalista y los gobiernos civiles”, en La derecha argentina: nacionalistas, neoliberales, militares y clericales, ed. David Rock, 277-281. (Buenos Aires: Vergara, 2001); Valeria Galván, “Militancia nacionalista en la era posperonista: las organizaciones Tacuara y sus vínculos con el peronismo”, en Nuevo Mundo Mundos Nuevos (en línea). Cuestiones del tiempo presente. Puesto en línea el 24/05/2013, consultado el 21/06/16. URL: http://nuevomundo.revues.org/653664, Daniel Lvovich, “La extrema derecha en la Argentina posperonista entre la sacristía y la revolución: el caso de Tacuara”, Diálogos. Revista do Departamento de História e do Programa de Pós-Graduaçao em História 13/1 (Brasil, 2009): 45-61; Federico Finkelstein, Orígenes ideológicos de la “guerra sucia”. Fascismo, populismo y dictadura en la Argentina del siglo XX (Buenos Aires: Sudamericana, 2016).
10 Bardini, Tacuara. La polvora y la sangre…; Juan Esteban Orlandini, Tacuara…hasta que la muerte nos separe de la lucha. Historia del Movimiento Nacionalista Tacuara, 1957-1972 (Buenos Aires: CEA, 2008).
11 Karina García, “1963: Asalto al Policlínico Bancario. El primer golpe armado de Tacuara”, Todo es Historia 373 (Buenos Aires 1998): 9-19; Gutman, Tacuara. Historia de la primera guerrilla …; Alejandra Dandan y Silvina Heguy, Joe Baxter. Del nazismo a la exterma izquierda. La historia secreta de un guerrillero (Buenos Aires: Norma, 2006); Juan Gasparini, Manuscrito de un desaparecido en la ESMA. El libro de Jorge Cafatti. Del asalto al Policlínico Bancario por Tacuara a las FAP y el secuestro del jefe de la FIAT en París (Buenos Aires: Norma, 2006).
12 Juan Manuel Padrón, “El Movimiento Nacionalista Tacuara: ¿banda nazi-fascista, grupo neonazi, agrupación de extrema derecha…? Una aproximación a su conceptualización, Argentina (1956-1966)”, en X Jornadas Interescuelas-Departamento de Historia (Rosario, 20 al 23 de septiembre de 2005).
13 Senkman, “La derecha nacionalista y los gobiernos civiles…”, 278-279.
14 Ibid., 280.
15 Finkelstein, Orígenes ideológicos de la “guerra sucia”. Fascismo, populismo…, 148.
16 Ibid., 147-151.
17 Finkelstein, Orígenes ideológicos de la “guerra sucia”. Fascismo, populismo…, 163.
18 Las declaraciones de Joe Baxter a medios de prensa en 1963 muestran la ambigüedad del MNRT frente al antisemitismo: “Ve?…Nadie puede decir que Fidel Castro sea antisemita. Pero es un nacionalista cubano, terminó con los explotadores, y la mayoría de los judíos se tuvo que ir”, en “Variante: una Tacuara izquierdista”, Primera Plana, 26 de septiembre de 1963). En la misma nota, Baxter reivindicó el respeto de las minorías religiosas, y sostuvo que insistir con el antisemitismo era “crear un problema artificial, de tipo diversionista. Divide inútilmente y fabrica confusión en torno del verdadero enemigo”.
19 Valeria Galván, “El Movimiento Nacionalista Tacuara y sus agrupaciones derivadas: una aproximación desde la historia cultural”, (Tesis para optar por el grado de magister en Sociología de la cultura, UNSAM, 2008), 22.
20 Ibid., 86.
21 Lvovich, “La extrema derecha en la Argentina posperonista…”, 54. En la línea de incluir a Tacuara como parte de un fenómeno transnacional se expresan otros trabajos de historia comparada, como el de Ernesto Bohoslavsky, “La otra juventud radicalizada: el anticomunismo en Argentina y Chile”, en Oficina do Historiador 9/1 (Porto Alegre 2016): 38-57 y Luis Alberto Herrán Ávila, “Las guerrillas blancas: anticomunismo transnacional e imaginarios de derechas en Argentina y México, 1954-1972” Quinto Sol 19/1 (La Pampa 2015): 1-26.
22 En el MNA, Américo Rial y Alejandro Giovenco se vincularon a la derecha peronista, mientras que Dardo Cabo y Andrés Castillo terminaron integrándose a la izquierda peronista. Por otro lado, ¿el “anticapitalismo selectivo” era algo inherente al fascismo?, Lvovich, “La extrema derecha en la Argentina posperonista…”, 54-55. ¿No podía ser un rasgo compartido por el nacionalismo latinoamericano, con su defensa del pequeño productor en la derecha, y su apuesta a la burguesía nacional en la izquierda? En este caso, lo diferente serían los contenidos de cada tradición, el modernismo reaccionario vs. el modernismo de la revolución por etapas.
23 Galván, “Militancia nacionalista en la era posperonista: las organizaciones Tacuara…”.
24 Gutman, Tacuara. Historia de la primera guerrilla…, 122.
25/26 La lectura del peronismo como un movimiento necesitado de una vanguardia y una ideología para alcanzar posiciones revolucionarias aparece en diversas fuerzas políticas. En 1953, el Partido Socialista de la Revolución Nacional quería darle a Perón “un arma política adecuada con una ideología socialista”, Norberto Galasso, La izquierda nacional y el FIP (Buenos Aires, CEAL, 1983), 80. John William Cooke veía al peronismo como un “gigante invertebrado y miope”, que precisaba de una dirección política y una teoría revolucionaria. Por último, la Juventud Demócrata Cristiana veía al justicialismo en 1964 como “una emoción nacional” que podía movilizar a las clases populares “con el estímulo de programa, de dirección y de oportunidad que necesita”, Flora Castro y Ernesto Salas, Norberto Habegger. Cristiano, descamisado, montonero (Buenos Aires: Colihue, 2011), 119.26 Galván, “Militancia nacionalista en la era posperonista: las organizaciones Tacuara…”. 18.
27 Lvovich, “La extrema derecha en la Argentina posperonista…”, 49.
28 Orlandini, Tacuara…hasta que la muerte nos separe de la lucha…, 23-28.
29 Ibid., 116.
30 Al analizar el asesinato de Raúl Alterman, Orlandini repite la práctica estigmatizadora de la justicia en 1964, investigando a la víctima. Para el autor, Alterman habria sido un militante comunista que participó en el tiroteo de la CGT de Rosario, infe- rencia a la que llega a través de fuentes de prensa y trascendidos, Orlandini, Tacuara…hasta que la muerte nos separe de la lucha…, 88-89. Aquí la investigación se parece a la del policía o el juez que busca un culpable, antes que al historiador que se preocupa por el sentido de las acciones. En última instancia, Orlandini siente tanta empatía por Tacuara que no se pone en el lugar de las víctimas, como ocurre, salvando las distancias, con los estudios culturales del fascismo europeo, Enzo Traverso, La historia como campo de batalla. Interpretar las violencias del siglo XX (Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2012), 138-139.
31Marina Franco y Florencia Levín, Historia reciente. Perspectivas y desafíos para un campo en construcción
(Buenos Aires: Paidós, 2007), 55-56.
32Bardini, Tacuara. La polvora y la sangre…, 157-158.
33 Ibid., 41.
34 Galván “Militancia nacionalista en la era posperonista: las organizaciones Tacuara…”, 20.
35 Beraza, Nacionalistas. Historia política de un grupo polémico,…, 154.
36 Gasparini, Manuscrito de un desaparecido en la ESMA. El libro…, 17.
37 Orlandini, Tacuara…hasta que la muerte nos separe de la lucha…, 104-105.
38 Gutman, Tacuara. Historia de la primera guerrilla urbana…, 15-16.
39 Omar Acha, Un revisionismo histórico de izquierda y otros ensayos de política intelectual (Buenos Aires: Herramienta, 2012), 167-190.
40 Gutman, Tacuara. Historia de la primera guerrilla urbana…, 159.
41 Sergio Bufano y Gabriel Rot, “Entrevista a Juan Gasparini”, en Lucha armada en la Argentina 6 (Buenos Aires 2006): 44-55.
42 García, “1963: Asalto al Policlínico Bancario…”, 9-19, Dandan y Heguy, Joe Baxter. Del nazismo a la extrema izquierda…, 59.
43 Marc Bloch, Introducción a la historia (México, Fondo de Cultura Económica, 1963), 27-32.
44 Gabriel Rot, “El mito del Policlinico Bancario”, Lucha armada en la Argentina 1 (Buenos Aires 2004): 16-21.
45 Comunicación por e-mail con Alfredo Ossorio, ex dirigente del MNRT. 19/ de julio de 2016).
46 El MNRT incorporó lecturas y orientaciones provenientes de experiencias guerrilleras urbanas, como las ideas del anarquista español Abraham Guillén, el libro Rebelión en Tierra Santa del israelí Menahem Begin y las acciones del FLN en la Revolución argelina.
47 Rogelio García Lupo, “Diálogo con los jovenes fascistas”, en La rebelión de los generales, ed. Rogelio García Lupo (Buenos Aires: Jamcana, 1963), 68-75; Eduardo Galeano, “Los jóvenes fascistas descubren su país” [1967], en Nosotros decimos no. Crónicas (1963/1988), ed. Eduardo Galeano (Madrid: Siglo XXI, 2006),135-148; Marysa Navarro Gerassi, Los nacionalistas (Buenos Aires: Jorge Álvarez, 1965), 215-234.
48 Ignacio González Jansen, La Triple A (Buenos Aires: Contrapunto, 1986), 28-38, Richard Gillespie, [1987] Soldados de Perón. Los Montoneros (Buenos Aires: Grijalbo, 1998), 74-79; Rock, La Argentina autoritaria: los nacionalistas, su historia…, 210.
49 Michael Goebel, “A Movement from Right to Left in Argentine Nationalism? The Alianza Libertadora Nacionalista and Tacuara as Stages of Militancy”, en Bulletin of Latin American Research 26/ 3 (United Kingdom 2007): 357-358.
50 Ibid., 372.
51 Beraza, Nacionalistas. Historia política de un grupo polémico…, 154-206.
52 Juan Luis Besoky, “La derecha peronista en perspectiva”, en Nuevo Mundo Mundos Nuevos [en línea], Cuestiones del tiempo presente, puesto en línea el 24/05/13, consultado el 13/07/16. URL: http://nuevomundo.revues.org/653774 (Francia, 2013): 19.
53 Finkelstein, Orígenes ideológicos de la “guerra sucia”. Fascismo, populismo…, 149.
54 Marcelo Starcembaum, “Qué hacemos hoy con los setenta: una respuesta a Claudia Hilb”, Sociohistórica 31 (Buenos Aires 2013), s/p.
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Fuente: Revista tiempo historico// academia.edu