Una magistral excursión literaria

Por Gustavo Battistoni

Hay libros que no envejecen. Pasa el tiempo y siempre es posible una nueva y provechosa lectura de ellos. Son los libros clásicos, aquellos que cada generación disfruta desde su contemporaneidad, dándoles un nuevo sentido y enriqueciéndolos desde una nueva interpretación. “Una Excursión a los Indios Ranqueles”, de Lucio V. Mansilla, es uno de ellos. Desde mi adolescencia lo vengo disfrutando, y hoy, ya entrando en la tercera edad, sigue siendo una de mis lecturas favoritas.

Escrito en forma de “Cartas” a su amigo Santiago Arcos y publicado por entregas en el diario “La Tribuna”, en 1870, es una maravillosa obra donde una prosa cautivante, casi oral, nos relata los 18 intensos días que el autor pasó entre los Ranqueles. Texto que es un ejemplo de relato periodístico; de atractivo antropológico por su conocimiento de la vida indígena; fuente para la investigación histórica, por su exposición del avance del Estado Nacional sobre el indómito territorio y obra de interés para los amantes de los libros de viajes, por la exhaustiva descripción de una vasta extensión de la Pampa, entre otras tantas cualidades de esta obra excepcional.

Poco antes del avance sangriento so-bre los indígenas de la Patagonia, nos describe, con mano maestra, un mundo lleno de vida, donde -a diferencia de Sarmiento- observa en la “barbarie”, una civilización incomprendida, llena de matices y que lo hace reflexionar sobre los cimientos de nuestras sociedades. Como hombre del siglo diecinueve, tenía muchas limitaciones para comprender el cuadro general de la vida de “nuestros paisanos los indios”, pero la lectura de su obra, nos relata un panorama muy distinto del que nos daban sus contemporáneos sobre la vida indígena y su multiplicidad cultural.

Su entendimiento de la Confederación Ranquel, con su sistema de poder descentralizado, es una verdadera lección de politología. Nos anoticia el escritor, de las opiniones del cacique Mariano Rosas, al que describe como un gran orador, sobre la ausencia de libertad que reinaba a su entender en las sociedades criollas por la presencia de un orden jerárquico y la propiedad privada. Este cacique al ser criado por el dictador de Santos Lugares, conocía de primera mano las costumbres y la existencia en las estancias con su reglamentación productiva.

Para nuestro escritor, el mundo de los Ranqueles era de una riqueza enorme, y nos describe la vida de sus mujeres y hombres, en su singularidad. Evita los tópicos comunes, tan de su época, mostrando la complejidad de su mundo. Mariano Rosas, Baigorrita, Epumer, el artesano Ramón, son mostrados en toda su distintiva particularidad. Lo mismo ocurre con su mirada de las mujeres, elogiando su inteligencia y belleza, dentro de un universo lleno de matices. Nada de lo humano le era ajeno a aquella población tan castigada; ni a nosotros, con nuestra sesgada mirada eurocéntrica. Lucio V. Mansilla, que había conocido de muy joven a la India y a Egipto, experiencia plasmada en su libro de 1855, titulado “De Aden a Suez”, y que hablaba perfectamente el inglés y el francés, reconoce que no puede aprender el idioma ranquel por su complejidad idiomática. Y nos dice en otra parte del texto, que el mundo de los sentimientos y emociones de este pueblo guerrero, le resultan inaccesibles por su profundo contacto con la naturaleza.

Una de las claves de bóveda del libro está en estas palabras de Mariano Rosas: “Hermano, cuando los cristianos han podido nos han muerto; y si mañana pueden matarnos a todos, nos matarán. Nos han enseñando a usar ponchos finos, a tomar mate, a fumar, a comer azúcar, a beber vino, a usar bota fuerte. Pero no nos han enseñado a trabajar, ni nos han hecho conocer a su Dios. Y entonces, ¿qué servicios les debemos?”. A lo que comenta el autor:”Yo habría deseado que Sócrates hubiese estado dentro de mí en aquel momento a ver que contestaba con toda su sabiduría”.

La espontaneidad de la prosa, su fluencia expresiva, logran el ensalmo de que no podamos discontinuar la lectura de esta obra magistral. La pluma de un escritor que fue una expresión cabal de esa maravillosa generación del 80, que al decir de Jorge Abelardo Ramos, fue una de las más nacionales de nuestra historia, porque aunó el patriotismo con un profundo afán modernizador. Fue un admirador de lo mejor de la cultura europea, que también supo ver y comprender toda la variedad de ese mundo que tenía su capital en Leubucó.

Lucio V. Mansilla junto a Eduardo Wilde, Lucio Vicente López, Eugenio Cambaceres, Miguel Cané y Julián Martel, entre otros escritores de su tiempo, renovaron el castellano, dándole un matiz rioplatense, liberándolo de las ataduras de una academia española que quiere monopolizar un idioma que es vivificado por millones de hablantes y escritores del continente americano. Sus libros siguen mostrando interés y son un acervo importante para seguir haciendo crecer nuestro medio expresivo.

“Una Excursión a los Indios Ranqueles”, es uno de los grandes libros de aquella generación notable. Lucio Victorio Mansilla, cuya misma existencia fue una obra de arte, nació el 23 de diciembre de 1831 y falleció el 8 de octubre de 1913.

Fuente: El Correo de Firmat

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