Debemos imitar a la Unión Europea
Por Antonio Aracre
El triunfo de Lula en Brasil nos permite soñar con un Banco Central supranacional en el Mercosur que nos permita a los argentinos apalancarnos en el valor del Real para recuperar el valor de nuestra moneda.
A todos los que nos gusta pensar y trabajar para el largo plazo nos entusiasma pensar que las instituciones funcionen bien e independientes de las personas que las gobiernan. La realidad y el día a día nos fagocitan rápidamente ese deseo y nos muestran una mirada mucho más cercana a los buenos o malos vínculos personales y su enorme influencia en los avances y retrocesos que las organizaciones pueden lograr.
La Unión Aduanera que se logró hace algunas décadas cuando nace el Mercosur facilitó un proceso de integración comercial muy auspicioso para la inserción de Sudamérica en el mundo.
En los últimos años las diferencias ideológicas de los gobiernos de Alberto Fernández y Jair Bolsonaro, pusieron en pausa esos avances e incluso algunos socios llegaron a amenazar con abandonar el bloque común si no se hacía lugar a sus pretensiones de reducción a las barreras aduaneras que sólo pueden cambiarse con el acuerdo unánime de todos sus países miembros.
La llegada de Lula a la presidencia de la economía más grande de América Latina cambia esa dinámica porque, justo es reconocerlo, la afinidad política del nuevo presidente de Brasil con el nuestro viene de larga data y constituye una pata inequívoca del progresismo latinoamericano.
La pregunta que cabe hacerse entonces es cómo puede optimizarse la dinámica del Mercosur en 2023 y cuáles son los potenciales beneficios que podrían venir con ello. Recordemos que Brasil, junto con China son los principales socios comerciales de Argentina.
Recordemos también que desde el fin de la pandemia nuestros países han visto revalorizada su relevancia estratégica como proveedores de todo lo que el mundo está desesperado por asegurarse en los próximos años y cuya disponibilidad es escasa o por lo menos no está garantizada: alimentos, energía y minerales raros.
Un bloque fuerte y alineado entre Brasil y Argentina negociando juntos en el mundo nos asegura una ecuación diferente y más justa. No es poca cosa. Pero allí no se agotan las posibilidades de una integración más fluída y menos conflictiva.
Basta recordar en el caso de la Unión Europea, el beneficio directo e inmediato que lograron países más complicados en su economía como España y Portugal que pudieron asimilar la disciplina macro alemana y crecer con los estándares europeos.
Tal sería el caso si pudiéramos avanzar en un Banco Central supranacional en el Mercosur con sus propias normas monetarias que nos permita a los argentinos apalancarnos en el valor del real para recuperar el valor de tener una moneda. Huelga reconocer la enorme solidez que muestra el nivel de reservas internacionales de nuestro país hermano.
También es muy evidente la necesidad que tenemos de aplicar un plan de shock que estabilice la economía y reduzca significativamente nuestro nivel de inflación. Poder contar con un préstamo puente que llegue desde nuestro principal socio comercial con condiciones menos ortodoxas y más estratégicas que las que normalmente llegan con el FMI, facilitaría enormemente la instrumentación de ese plan.
Por último pero no menos importante, Brasil está volviendo a crecer. Y ya sabemos que cada punto de crecimiento del PBI en Brasil impacta positivamente en medio punto para nosotros. Y en año electoral. Lo sabe Lula. Y lo sabe Alberto también. No en vano ha sido el primer mandatario internacional que lo visite desde su triunfo electoral histórico.
Fuente: cronista.com