Cipayo
En este didáctico artículo se analizan los orígenes del vocablo “cipayo”. En próximas entregas avanzaremos sobre el significado que tiene en estos tiempos donde el “cipayismo” a mutado de militar a pedagógico. Jorge Abelardo Ramos se refería al cipayismo ilustrado.
Por Mark Cartwright
Un cipayo era un soldado indio que formaba parte de los ejércitos de varios estados y compañías comerciales europeas en el subcontinente indio y luego, a partir de la segunda mitad del siglo XIX, del ejército indio británico. Reclutados entre diferentes grupos de población y religiosos, los cipayos llegaron a dominar las fuerzas armadas británicas en el subcontinente, aunque no se les permitió ser oficiales hasta el siglo XX. El término cipayo se sigue utilizando hoy en día para designar a la infantería ordinaria en varios ejércitos.
Ejércitos cipayos
El término cipayo deriva de una modificación del término persa sipahi, lo que ilustra que fueron los ejércitos del Imperio mogol (1526-1857) en la India los primeros en utilizar estas tropas reclutadas localmente como infantería armada con mosquetes. Aunque la Compañía Francesa de las Indias Orientales y muchos estados principescos de la India los utilizaron, los soldados cipayos, al menos en el idioma inglés, se han asociado más con los ejércitos británicos en el subcontinente indio. También se han asociado más con los soldados de infantería, y generalmente se utilizan otros términos para otros tipos de soldados, como sowars para los miembros indios de los cuerpos de caballería.
El ejército de la Compañía
La Compañía de las Indias Orientales fue ampliando sus tentáculos de control sobre muchas partes de la India. La Compañía se fundó en 1600, pero no fue hasta la batalla de Plassey de 1757, cuando Robert Clive (1725-1774) derrotó al ejército del Nawab de Bengala, que la Compañía empezó a parecerse realmente al brazo colonial de la Corona y el gobierno británicos en el subcontinente. Finalmente, a mediados del siglo XIX, la Compañía llegó a emplear un ejército privado de más de 275.000 hombres. De ellos, unos 45.000 eran soldados británicos y más de 230.000 eran cipayos. Conocidos primero como peones y luego como cipayos, los indios llegaron a dominar el ejército de la Compañía, pero después de 1765 no se les permitió ser oficiales. El cambio de nombre a cipayos reflejaba el diferente entrenamiento y armamento que recibían las tropas indias en el ejército de la Compañía, totalmente profesional, a diferencia de los primeros tiempos, en los que los reclutas nativos eran meros grupos de mercenarios locales que portaban cualquier arma que pudiera caer en sus manos.
La Compañía no disponía de un ejército único, sino que permitía a cada una de sus presidencias (regiones administrativas) levantar su propia fuerza. Esto se debía a que cada centro comercial estaba geográficamente aislado de los demás. Ejemplos de presidencias son Bombay (Mumbai), Madrás (Chennai) y Bengala, cada una gobernada por un presidente (que luego se llamaría gobernador). Como cada ejército se reclutaba y mantenía de forma independiente, se desarrollaron tradiciones militares distintivas. Las primeras unidades profesionales de cipayos fueron creadas por Robert Clive en 1757 y, tras Plassey, Clive formó el primer batallón de cipayos, el 1º de Infantería Nativa de Bengala, que tenía el apodo de Lal Pultan o “Batallón Rojo”. En 1758, la presidencia de Madrás creó otros dos batallones de cipayos, y en 1768, la presidencia de Bombay tenía dos batallones de cipayo propios. Siguieron más batallones, y los que tenían un buen desempeño en la batalla recibían a veces el título honorífico de “granadero” en el nombre de su batallón. “Infantería ligera” era otro título honorífico, pero no está claro si tenía algún significado práctico en términos de armas, entrenamiento o uso estratégico en la batalla.
Además de la infantería, la caballería (a partir de c. 1780), la marina y los cipayos de artillería, un gran número de indios encontraron otras funciones en los ejércitos de la Compañía. Un gran grupo era el de los trabajadores que ayudaban a los ingenieros en proyectos como la construcción de puentes y fortificaciones, conocidos como zapadores y mineros, lascares o pioneros. Los indios también actuaban como aguadores, porteadores de equipaje, cocineros y transportistas de municiones y balas de cañón. Había, además, otro grupo: los euroasiáticos, es decir, los soldados de filiación mixta británica/india o portuguesa/india. A estos euroasiáticos se les llamaba a menudo Topasses o “portadores de sombrero” porque muchos llevaban turbantes como los cipayos.
Los cipayos ayudaron a la Compañía a ganar grandes extensiones de territorio y vastas riquezas durante un siglo de muchas guerras, incluyendo las cuatro guerras anglo-mysore (1767-99), las tres guerras anglo-maratha (1775-1819), la guerra gurkha (también conocida como guerra anglo-nepalesa, 1814-16), las tres guerras anglo-birmanas (1824-85) y las dos guerras anglo-sikas (1845-49). Como señala el historiador I. Barrow, “es una de las grandes ironías de la historia de la Compañía que su imperio indio fuera efectivamente ganado por tropas indias” (82).
Reclutamiento
Los cipayos eran reclutados localmente por cada presidencia de la Compañía. Aunque la Compañía no era especialmente generosa en el pago de las tropas británicas o de los cipayos, existía la oportunidad de obtener ingresos extra cuando se destinaba a un soldado fuera de su presidencia de origen, y algunos comandantes se repartían las ganancias tras una victoria en batalla o un asedio exitoso. Los cipayos, especialmente los hindúes de origen campesino, también se sentían atraídos por la posibilidad de adquirir un mayor estatus en la sociedad local. Un soldado era una profesión muy respetada “que siempre había sido honrada en la sociedad india, incluso si esto implicaba, como inevitablemente ocurría, luchar contra su propio pueblo… Ser soldado conllevaba dignidad y ofrecía un buen sustento y una pensión” (James, 131-2). Tanto es así que los hijos y sobrinos de los cipayos activos a menudo se unían también al ejército de la Compañía.
El reclutamiento local podía ocasionar algunos problemas a medida que la Compañía ampliaba su territorio para controlar nuevos grupos de población. Había cierta tensión entre los cipayos que seguían diferentes religiones. Los hindúes de casta alta estaban limitados por una religión que consideraba a los cipayos sijs y musulmanes como intocables. La expansión también supuso nuevos reclutas incluso en zonas “fronterizas” que aún no estaban totalmente controladas por la Compañía. En estas regiones no era raro que el ejército de la Compañía formara bandas conocidas como Infantería Local, a menudo mercenarios armados de forma dispar, como los que la Compañía había comenzado. Una unidad famosa de Infantería Local fue el Batallón Sirmoor de 1815, compuesto por Gurkhas, que contaba con solo tres oficiales superiores británicos. Estas unidades, con el tiempo, podían convertirse en compañías completas, como ocurrió con las tropas sijs tras la conquista del Punjab a mediados del siglo XIX. Las tropas sijs se constituyeron primero en la Brigada de la Frontera, luego se convirtieron en la Infantería Local Sij, después en la Fuerza Irregular del Punjab y finalmente en la Infantería del Punjab.
Una tercera fuente de tropas nativas fueron los ejércitos de los gobernantes conquistados o aliados de los estados principescos indios. Dichos ejércitos, o unidades específicas dentro de ellos, a menudo eran asumidos y dirigidos por oficiales de la Compañía. Estas unidades aliadas se conocían como Unidades de Contingentes, y algunas podían ser muy grandes, como el Contingente de Gwalior, que estaba compuesto por siete batallones de infantería, dos regimientos de caballería y una unidad de artillería.
En un principio, las tropas cipayas estaban al mando de oficiales indios conocidos como subedars (capitanes) y jenadars (tenientes), pero en el siglo XIX fueron sustituidos por oficiales comisionados británicos. Los sargentos cipayos (havildars) y otros suboficiales se encargaban de inculcar la disciplina a las tropas y de aplicar los castigos ordenados por sus comandantes. En la estructura de mando de la Compañía, más bien poco rigurosa, un capitán británico dirigía un batallón de cipayo. En cambio, un batallón exclusivamente británico, considerado más prestigioso, estaba comandado por un mayor. Si un cipayo era sometido a un consejo de guerra, su caso era escuchado por suboficiales indios. Los castigos incluían la horca en caso de asesinato y 500 latigazos por saqueo. Al dejar los asuntos de los cipayos en manos de los mayores, los oficiales británicos se ahorraban algo de trabajo y quizás la vergüenza de no entender lo que sus hombres hacían realmente. Esta distancia —física en el campamento, lingüística y cultural— entre británicos e indios en el ejército luego les jugaría en contra, ya que se desarrolló un espíritu de desconfianza mutua, a menudo totalmente injustificado, pero nacido de una clara falta de contacto entre ambas partes.
Uniformes
Los cipayos vestían chaquetas rojas similares a las de los soldados británicos de la Compañía, pero sus colores (por ejemplo, solapas, cuellos y puños) variaban con el tiempo y el lugar. Los colores también cambiaron con la reorganización y el cambio de nombre de los batallones y regimientos. El rojo, el verde oscuro, el azul oscuro, el gris y el caqui ocupaban un lugar destacado en las vestimentas. Estos colores también podían denotar la función militar. Los cipayos se distinguían por sus jangheas (un tipo de pantalón corto); alternativamente, llevaban pantalones más largos (jodhpurs) o pantalones más holgados (pantaloons), que eran una insignia de rango desde 1801, pero más tarde se permitió a todas las tropas llevarlos cuando hacía calor. Los pantalones y los calzoncillos de los cipayos regulares solían ser blancos con ribetes de distintos colores. Otro indicador de rango podía ser un fajín o faja de seda de color, así como añadidos de encaje de color en los dobladillos de las chaquetas, pantalones y pantalones cortos. El calzado de los cipayos era normalmente sandalias de cuero o, desde finales del siglo XIX, botas.
Los cipayos llevaban varios tipos de turbante, que podían llevar añadidos de latón como una placa frontal de identificación, una punta o bola y una correa decorativa en la barbilla. Uno de los primeros tipos de turbante que llevaban los cipayos de Bengala era el turbante “reloj de sol”, llamado así porque la placa frontal en forma de hoja terminaba en una punta alta. Esta insignia, como muchas otras, mostraba la unidad o la función de un cipayo.
Los cipayos de Bombay eran famosos por llevar un turbante con una placa de latón en forma de sombrero de obispo y una bola de latón en la corona. Un sargento podía llevar algún tipo de identificación de su rango en el turbante, como una borla de plata. Las unidades de la Real Artillería de Caballería tenían los turbantes más extravagantes, que a menudo estaban cubiertos de piel de guepardo o leopardo y lucían una crin de caballo.
A partir de 1806, se usaron falsos turbantes, es decir, telas estiradas sobre un armazón de bambú o ratán que se asemejaban a un turbante. Los primeros diseños de estos falsos turbantes eran tan incómodos de llevar y rompían tanto con la tradición que incluso se produjo un breve motín de los cipayos en Vellore en 1808. Mientras que los uniformes de los cipayos se fueron haciendo cada vez menos parecidos a los de las tropas británicas, el turbante en todas sus variantes siguió siendo el signo de distinción más evidente de un soldado cipayo. En la segunda mitad del siglo XIX, los ejércitos de Bengala y Bombay cambiaron los turbantes por una especie de gorra de forraje o Kilmarnock.
En la batalla, los cipayos se disponían en filas para presentar una serie de devastadores disparos de volea con mosquetes o rifles. A continuación, cargaban contra el enemigo con las bayonetas caladas. Algunos cipayos, especialmente los sargentos, podían llevar también un sable tulwar tradicional o una alabarda. Para conseguir precisión y disciplina bajo el fuego, los cipayos se sometían a un riguroso entrenamiento, y por ello se prefería a los reclutas jóvenes, para que respetaran y obedecieran más fácilmente a sus oficiales que los hombres mayores.
Rebelión
Aunque los cipayos eran la columna vertebral del ejército de la Compañía, esta misma dependencia se convirtió en una gran debilidad. Como se ha señalado, hubo una notable rebelión de cipayos en Vellore, en el sur de la India, en julio de 1806. De corta duración, el motín se saldó con la muerte de más de 100 soldados y oficiales británicos. Los cipayos, ya descontentos con los nuevos turbantes falsos, se habían amotinado por las sospechas y rumores de que la Compañía pretendía convertirlos al cristianismo, además de estar descontentos con ciertos cambios en las normas.
En 1857, el Motín de los Cipayos (también conocido como la Rebelión de los Cipayos, el Levantamiento y la Primera Guerra de la Independencia de la India) fue un ataque mucho mayor que el de Vellore contra el dominio británico en la India. El motín comenzó el 10 de mayo, cuando los cipayos de la Compañía protestaron en Meerut por su salario, mucho más bajo que el de los soldados británicos de la Compañía. Además, los salarios de los cipayos no habían sido aumentados en más de 50 años, lo que significaba que en términos reales su paga había perdido la mitad de su valor desde 1800. Los soldados indios no estaban contentos ni con la obligación de servir fuera de la India (que obligaba a algunos hindúes a realizar costosos ritos de purificación) ni con el racismo institucional que les impedía llegar a ser oficiales. La gota que colmó el vaso fue la introducción de cartuchos engrasados para los rifles Enfield. Los cipayos pensaban (erróneamente) que la grasa animal procedía de cerdos y vacas, lo que ofendía las creencias hindúes y musulmanas, sobre todo porque se rumoreaba que los cartuchos debían prepararse con la boca, rasgando el envoltorio de papel de la pólvora solo con los dientes (lo que tampoco era cierto).
La chispa inicial que encendió a los cipayos fue el castigo a uno de los suyos, Mangal Pandey (alias Pande), en marzo de 1857. Pandey había herido a un oficial europeo de la Compañía cerca de Calcuta, y por su crimen fue ejecutado. Tal vez fuera una cuestión de justicia, pero la indignación surgió de la decisión de azotar también a toda la compañía de cipayos de Pandey. Entonces, el 10 de mayo de 1857, los cipayos de la Compañía en Meerut se levantaron en armas. Protestaron por las sentencias de 10 años de prisión impuestas a 85 compañeros cipayos por negarse a usar cartuchos Enfield engrasados. Los amotinados mataron a sus oficiales británicos y luego se lanzaron al ataque. Como lamentó un amotinado: “Yo era un buen cipayo, y habría ido a cualquier parte por el servicio, pero no podía renunciar a mi religión” (James, 239). Los amotinados capturaron la cercana Delhi el 11 de mayo, y asesinaron a hombres, mujeres y niños europeos, así como a indios que se habían convertido al cristianismo.
El motín se extendió rápidamente por Bengala, donde se rebelaron 45 de los 74 regimientos de cipayos. Los regimientos de caballería de Bengala también se amotinaron. Como precaución, la Compañía disolvió o desarmó a 24 de los 29 regimientos cipayos restantes. Afortunadamente para los británicos, en los otros dos centros principales de la Compañía —Madrás y Bombay— el primer ejército permaneció leal, y solo dos regimientos se rebelaron en este último.
La causa de los cipayos fue asumida por una serie de príncipes indios descontentos por el mal trato que recibían de la Compañía y por los campesinos y artesanos que habían sufrido bajo el gobierno de la Compañía, principalmente por el exceso de impuestos y las importaciones baratas. Aunque la rebelión se extendió a gran parte del norte y el centro de la India y los cipayos tomaron varios centros importantes, su falta de mando y coordinación general y los recursos mucho mayores de la Compañía y el gobierno británico provocaron su caída. Para luchar contra los rebeldes, se utilizó el ejército británico regular (enviado desde Europa) junto con tropas leales sijs y nuevos aliados como los gurkhas de Nepal. El motín fue sofocado en la primavera de 1858, pero el número de bajas fue elevado: Los disturbios llevaron a que el gobierno británico se hiciera finalmente con los territorios de la Compañía en la India y, en última instancia, disolviera por completo la Compañía de las Indias Orientales.
Historia posterior
En 1895, el ejército de la Compañía se había convertido en el Ejército Británico de la India (o “el Ejército en la India”), y los británicos habían reducido a la mitad el número de cipayos a su servicio, hasta unos 120.000 hombres. A partir de entonces, la proporción entre cipayos y británicos se mantuvo estable en torno a 2:1. También hubo una marcada preferencia por los indios del norte del subcontinente, ya que se consideraban más leales que los del sur. Los oficiales británicos, al menos, aprendieron la lección del Motín y ahora vivían mucho más cerca de sus tropas, una política que dio muy buenos resultados con el desarrollo de un verdadero espíritu de cuerpo que rara vez se veía en otras partes del Imperio británico donde también se utilizaban ampliamente las tropas locales.
Además, los indios ahora podían ser oficiales, conocidos colectivamente como “oficiales nativos” y luego “oficiales comisionados por el Virrey”. El máximo rango de los oficiales indios en la caballería era un rissaldar-mayor y en la infantería un subedar-mayor. Sin embargo, la administración británica se mostró reacia a permitir que demasiados indios se convirtieran en oficiales. Aunque algunos candidatos fueron enviados a formarse como oficiales en Inglaterra a instituciones tan prestigiosas como el Royal Military College de Sandhurst, los indios recién tuvieron su propia academia de formación de oficiales en la propia India con la llegada de las necesidades desesperadas de la Segunda Guerra Mundial (1939-45). Los cipayos siguieron procediendo de todos los grupos de población y religiosos del subcontinente, como sikhs, punjabis, gurkhas, jats, dogras, garhwalis, musulmanes, gujars y meors. Las compañías del ejército estaban segregadas en los grupos que acabamos de mencionar, pero varias compañías diferentes podían ser ubicadas en el mismo batallón.
Además de ser esenciales para mantener el Raj británico en la India, los cipayos también fueron enviados para proteger los intereses coloniales en otros lugares como Afganistán, Persia, partes del Océano Índico y Malasia. Los cipayos siguieron luchando por Gran Bretaña tanto en la Primera Guerra Mundial (1914-18) como en la Segunda, cuando sirvieron en Europa, África Oriental, Oriente Medio, Malasia y la propia India, tanto como soldados rasos como oficiales. El mariscal de campo Bernard Montgomery (1887-1976), que en su día fue instructor del ejército indio, describió a los cadetes del subcontinente como “espléndidos… soldados naturales y tan buen material como cualquiera podría desear” (Gilmour, 126).
Preguntas y respuestas
¿Los británicos utilizaron cipayos?
Sí, los británicos utilizaron cipayos en la India, en algunos períodos más de 200.000.
¿Cuál era el objetivo de los cipayos?
El propósito de los cipayos era actuar como un soldado de infantería sin rango.
¿Por qué los británicos lo llamaron el Motín de los Cipayos?
El Motín británico de los Cipayos de 1857-8 en la India se llamó así porque la violencia comenzó con los cipayos amotinados del ejército de la Compañía de las Indias Orientales. La rebelión se extendió luego a otros grupos sociales.
Bibliografía
- Barrow, Ian. The East India Company, 1600–1858. Hackett Publishing Company, Inc., 2017.
- Dalrymple, William. The Anarchy. Bloomsbury Publishing, 2022.
- Dalziel, Nigel & Mackenzie, John. The Penguin Historical Atlas of the British Empire. Penguin Books, 2006.
- Gilmour, David. The British in India. Penguin, 2019.
- James, Lawrence. Raj. St. Martin’s Griffin, 2000.
- Jon Wilson. India Conquered. Simon & Schuster India, 1970.
- Mansingh, Surjit. Historical Dictionary of India . Scarecrow Press, 2006.
- Percival Spear. A History of India Vol. II. Penguin, 2022.
- Reid, Stuart & Embleton, Gerry. Armies of the East India Company 1750–1850 . Osprey Publishing, 2009.
Sobre el traductor
Agustina Cardozo. Agustina es traductora pública y vive en Uruguay. Tiene estudios avanzados de lingüística, le encantan la historia y las humanidades en general. Es la editora de español de la World History Encyclopedia.