Manuel Leiva: el adalid de la Constitución, por Gustavo Battistoni

El 1 de Mayo se cumplen 170 años de la sanción de la Constitución Nacional. Ciclópeo fue el esfuerzo de aquellos hombres y mujeres que dieron lo mejor de sí, muchas veces dejando incluso su vida, para lograr la aprobación de una norma civilizatoria que ponga sobre el papel los derechos, obligaciones y garantías que debían regir entre los argentinos. Empero, a no dudar, uno de los que más bregó por tener una República Federal, es ese gran olvidado que se llama Manuel Leiva.

Santafesino de nacimiento, pero hombre del Federalismo del Litoral sobre todas las cosas, luchó desde su juventud contra el despotismo unitario que deseaba que Buenos Aires, ex cabeza del Virreinato reemplazara a España en su desprecio con respecto a los pueblos del interior. Tuvo en claro que el monopolio de la aduana y el puerto le daba prerrogativas de hecho, que sólo la voluntad esclarecida de nuestros pueblos podía arrancarle y plasmarla en una norma civilizatoria. Las constituciones unitarias de 1819 y 1826, y la negativa de Juan Manuel de Rosas de organizar el país, eran la prueba evidente de la capitis deminutio en que nos quería dejar el poder porteño.

Por ese motivo, fue el hombre más odiado por la élite porteña que no ahorró recursos para zaherirlo. Prueba de eso fue la reacción ante su moción, como representante de Corrientes después de la sanción del Pacto Federal, para que se invite a las demás provincias para alcanzar un pacto federativo, que cayó como una bomba para la hegemonía bonaerense. Ese pedido, unidas a sus misivas enviadas a Tadeo Acuña, de Catamarca, y a José de Oro de San Juan, provocaron la ira de los déspotas de turno y su comparsa intelectual. Los medios de prensa del centralismo reaccionario no dejaron adjetivo descalificativo para maltratar a un hombre que con la sola fuerza de su intelecto y su honestidad impertérrita, enfrentó con valentía las calumnias y difamaciones de “El Cosmopolita”, “El Lucero” y “El Porteño”. Con su frontalidad habitual, Manuel Leiva contestó los falaces argumentos de la prensa porteña en una misiva pública fechada el 23 de octubre de 1832. En esta carta, que junto a la enviada al Ministro de Gobierno de Catamarca, Tadeo Acuña, debería ser de lectura obligatoria en las provincias del Litoral, defiende el sistema federal, y también una política económica autónoma que logre que nuestras escuálidas artesanías puedan pasar a ser un resorte industrial potenciando nuestro mercado interno.

El nudo de la carta es elocuente:”Si permanecemos inconstituidos y separados, seremos el ludibrio de las naciones y del primer atrevido de entre nosotros que quiera confundirnos como ha sucedido tantas veces; pues la Constitución es la única muralla impenetrable a estas maquinaciones. Si es indudable que es mejor una ley mala que ninguna. ¡Cuánto mejor será vivir bajo los auspicios de una buena, paternal y benéfica, como la que puede formarse hoy que no se presenta quien nos contradiga, que es una la opinión, y que muy fácilmente serán unos mismos los deseos y los sentimientos”. Gran parte de la historia de nuestra atribulada patria está relatada en estos pocos párrafos.

Por último, quiero transcribir, con cierta extensión, la última parte de su sustantiva carta, porque es una demostración palmaria de que las cosas no han cambiado demasiado en lo que se refiere al periodismo porteño y su nefasta influencia en la Argentina:”…en cuanto a sus escritores ¿Qué impresión han podido hacer en mi ánimo sus torpes y groseros embustes? Los que lean sus libelos los despreciarán también; porque recordarán, todo lo que se ha dicho por estos mismos contra la benemérita persona del General de los Libres; del que más de una vez ha vuelto a Buenos Aires la tranquilidad, el orden y las leyes que había perdido: del varón fuerte y magnánimo que ha sabido oponerse y triunfar siempre contra sus opresores, el Exmo. Sr. Brigadier D. Estanislao López Gobernador y Capitán General de la Provincia de Santa Fe…, todo lo que se ha escrito contra el primer General que tuvimos en la República y que rindió tantos servicios a la Patria, D. Manuel Belgrano, y contra los primeros que dieron el grito el año 10, que nos abrieron el paso a la libertad y en quienes debemos creer la mejor intención y buena fe: lo que se ha escrito de los Libertadores Bolívar y San Martín…Si ninguno ha sido bueno para los escritores, ¿qué crédito puede darse a los que escriban contra mí”. (Cursivas de M.L.) En resumen, hoy como ayer, la prensa de la ciudad de Buenos Aires y sus remunerados escribas, difaman e intentan destruir a todos aquellos que buscan un camino de libertad y justicia para América Latina.

La República Argentina debería tener las calles de sus ciudades, monumentos y la enseñanza, homenajeando al gran Constitucionalista Manuel Leiva. La sa- bia organización de la ignorancia, que denunciaba Raúl Scalabrini Ortiz, es el mayor impedimento para el conocimien-to de nuestra verdadera historia, condicionando nuestro indudable futuro de grandeza.

El correo de Firmat

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