Sobre dudas, incertidumbres y esperanzas. Por Omar Autón

Hace pocas horas me enteraba del cambio de nombre del espacio electoral al que voy a votar, más allá de quienes integren la fórmula presidencial y, ingenuo de mi, se me ocurrió que podía ser un buen principio comprometerse a la UNIDAD y más aún si era un compromiso con la PATRIA, solo faltaba que si se comprendía el escaso margen de posibilidades que se abren ante las elecciones y que en un artículo anterior me permití restringir a tres opciones, los máximos dirigentes de los espacios que componen el agonizante Frente de Todos solo tenían que dedicarse a buscar una fórmula que pueda ser convocante del voto peronista y del que sin serlo nos acompaña, sumarse a los gobernadores e intendentes para asegurar la mayor cantidad de victorias posibles, que además permitieran conformar bloques legislativos fuertes.
Sin embargo, esa misma tarde, pocas horas después, tuve conocimiento de un documento del Partido Justicialista bonaerense, presidido por el hijo de la vicepresidenta, tan lleno de resentimiento, autoritarismo, soberbia y sectarismo, que me hizo sentir vergüenza de pertenecer, al menos eso creo, al mismo espacio político, algunos no solo no han aprendido nada sino que están tan obnubilados por sus apetencias políticas personales, que han perdido todo el sentido de aquella vieja frase “Primero está la patria, luego el movimiento y por último los hombres (y las mujeres me permito agregar)”.
No estaba en mis planes seguir enumerando y recordando todo el daño hecho al peronismo en los últimos años por este tipo de dirigencia, daño que redundó en dolor y retroceso para el pueblo en sus legítimas aspiraciones y reclamos, por ende en descreimiento y alejamiento de la estructura partidaria pensando “son todos iguales”, pero no podía dejar pasar este hecho perpetrado por una dirigencia que no se merece el pueblo que debería representar.
Sin embargo, es hora de ir haciendo “sintonía fina”, como dijo Cristina Kirchner alguna vez, porque no somos “todos iguales” ni somos “todos responsables”, al menos hay distintos niveles de responsabilidad.
Hay muchos intendentes que trabajan permanentemente por sus pueblos, sus distritos, y que lo hacen “con la gente” es decir con un pueblo activo y partícipe, he estado hace poco en Roque Pérez, Pcia. De Buenos Aires y he visto eso, el trabajo con los jóvenes, escuchándolos y trabajando codo a codo, el hospital, los proyectos, y como los funcionarios andan por la calle y son reconocidos por sus vecinos, lo mismo he escuchado de Tapalqué, de Ensenada o conozco del trabajo de los Mussi en Berazategui, deliberadamente nombro intendencias de distintas corrientes internas para que quede claro que eso no me interesa ni condiciona lo que expreso aquí.
Cuando uno habla con distinta gente que conoce las provincias, todos coinciden que en general están bien administradas, que hay equilibrio fiscal y mucha prudencia en el manejo del erario público, que es muy relativo seguir hablando de las provincias “pobres”, que por supuesto hay pobreza, pero los grandes espacios de pobreza hoy enlazan los centros urbanos, están aquí a la vuelta, incluso dentro de esos centros urbanos, como por ejemplo la orgullosa y soberbia Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la más rica del país, donde la población no aumenta hace un siglo pero una calle, la Avenida Rivadavia, determina el acceso o no a salud, seguridad y educación, hacia el norte de esa calle hay una expectativa de 10 años de vida más que desde esa calle hacia el sur.
En gran parte de las intendencias o provincias donde hay y ha habido buena gestión, siguen existiendo formas de organización popular espontánea, clubes, asociaciones vecinales o barriales, sigue habiendo militantes que caminan todos los días sus barrios, comunas o distritos, sus vecinos los conocen. No hay largas reelecciones porque son “señores feudales” como el sinvergüenza de Macri afirmó recientemente, exhibiendo toda su soberbia de tilingo porteño, las hay porque hay confianza en sus dirigentes, más allá de excepciones, que las hay por supuesto.
En los sindicatos no hay conducciones de larga data porque falte “democracia” o no se permitan los disensos internos, las hay porque el trabajador se sindicaliza para que esa organización defienda sus derechos, mejore las condiciones de vida, las de él y su familia, le brinde oportunidades de capacitarse y progresar. En una sociedad cada vez más excluyente y destructora de sueños, el acceder a una cobertura de salud para el grupo familiar, a vacaciones, gracias al turismo sindical, a capacitación no solo laboral sino formal, los útiles escolares, la fiesta y los regalos para el día del niño, le permite tomar conciencia de la fuerza de esa organización colectiva y del significado de perderla, más allá que en esto también “lo esencial es invisible a los ojos” para la izquierda colonial y gorila que cuando tuvieron o tienen la oportunidad de conducir un sindicato suelen llevarlo a la bancarrota de derrotas sucesivas en lo sindical y pérdida de beneficios en lo social.
Nos enteramos que muchas escuelas, además de la educación formal, incorporan clases de arte, de oficios simples, y los alumnos que aprenden a tocar un instrumento o a cocinar, forman grupos o cooperativas y ofrecen sus actividades a la comunidad del pueblo o el barrio.
Hace falta hablar del trabajo del grupo de curas que están en los barrios populares y no solo sostienen escuelas, sino que, junto a los docentes, van casa por casa a buscar a los chicos que desertan, que han conformado una red de los llamados Hogares de Cristo donde trabajan para ayudar a los jóvenes y chicos que han caído en adicciones y lo hacen con otros que se han recuperado de ellas y por eso logran una empatía y comunicación que no tienen los que “saben” por los libros o los congresos.
No registramos que hay miles de jóvenes en todo el país que trabajan de docentes en los barrios populares, hablo de barrios humildes, de trabajadores, que hoy también han caído en la pobreza, en comedores barriales, ayudando con tramitaciones en organismos públicos, en los centros de salud barriales, muchísimas veces sin cobrar un peso, ya que trabajan y viven de su trabajo, también mal pagos muchas veces, o poniendo plata de su bolsillo.
Tampoco difundimos el trabajo de extensión universitario que llevan a cabo muchas universidades, por ejemplo, las del conurbano, con centros de formación en oficios, o calificando a quienes lo ejercen sin capacitación formal.
Menciono todo esto no pretendiendo hacer un nomenclador de buenas iniciativas, en general nacen del abandono por parte del Estado de sus obligaciones, de su “ausencia” donde es más necesitado, ya sea porque es una política deliberada, es el caso del neo conservadurismo oligárquico de los Macri, Bullrich, Larreta, Espert, Milei, Morales, Santilli, Ritondo, Manes y usted puede seguir agregando nombres, o a causa de la pérdida de identidad de la dirigencia propia que o bien traicionó el mandato popular y el doctrinario como en los 90 o se empachó de grandilocuencia y discursos revolucionarios pero sin modificar las causas estructurales de la pobreza y el atraso.
Ante el Estado ausente sin aviso, nuestro pueblo ha utilizado su espíritu solidario y su experiencia organizativa para proveerse de respuestas a sus necesidades, hasta frente al flagelo del narcodelito han aparecido vecinos que negocian con los capos narcos de la zona para reducir los hechos de violencia, los delitos y hasta la captación de niños pequeños como “delivery”, terrible pero real.
Esto no implica decir que el individualismo, el egoísmo, la idea de la salvación individual no han permeado en vastos sectores, especialmente los sectores medios y medio altos, o que las organizaciones no exhiban espacios de decadencia o corrupción, pero de ahí ha sostener que todo ha desaparecido, que el pueblo se ha convertido en simple masa, sin organización ni sentido colectivo, que los sindicatos son un hecho del pasado o las organizaciones sociales simples bandas clientelistas, solo puede ser el resultado del desconocimiento de la realidad del “territorio” o de su gente (aunque nos empachemos de libros, ensayos, debates, congresos, papers científicos, etc.), también de visiones populistas que rechazan toda forma organizativa que no se les someta, cuyos espacios se conforman en base al seguidismo obsecuente y ventajero de algún “líder” o “lideresa”, que les permite acceder a cargos públicos y al manejo de recursos e ingresos personales a los que jamás llegarían por sus aptitudes personales, formación, trayectoria política o reconocimiento popular.
Los que nos sentimos peronistas de Perón, sin “evitismos” porque Evita fue peronista y su mensaje y legado es no olvidar nunca a Perón, no vamos jamás a resignarnos a la derrota y marginación del pueblo argentino, él nos muestra permanentemente el camino, nos enseña donde hay que actuar y como hacerlo, sin promesas ni relatos, con acciones y resultados concretos, pero nos obliga a vivir como él, aprender junto a él e imaginar y construir un futuro con él, es él quien conduce y empodera y nosotros sus “delegados” y no al revés, lo contrario puede ser cualquier cosa pero no es peronismo.
Tenemos que pensar en los nuevos o viejos desafíos, que la decadencia iniciada el 24 de marzo de 1976, han agudizado o creado, un tema urgente es el de la llamada economía no registrada, en ella se mueve una amplia gama de variedades, pero hoy emplea casi el 50% de la población económicamente activa. Hace muchos años que conocemos fenómenos de “economía en negro”, desde los profesionales independientes que sistemáticamente están por fuera de los regímenes impositivos, hasta pequeños o medianos empresarios que se inscriben como monotributistas, ni que hablar de la sobre y subfacturación de importaciones y exportaciones, después vemos que hay un 40% de pobreza pero los restaurantes están llenos y, en temporada los centros de vacaciones desbordan.
Pero en los 90 y muy especialmente luego del 2001 ha aparecido un nuevo sector, el del albañil, plomero o gasista, a veces con algún ayudante, la peluquera o manicura que atiende en su casa, el que corta el pasto en los barrios cerrados o quintas del conurbano, el que consigue una changa para vender, ropa, medias, artesanías, comida casera, en las plazas y calles, el que con su propio auto se incorpora a las plataformas que ofrecen servicio de transporte, el pibe que con su moto o bicicleta hace repartos de comestibles o las compras en farmacias y otros rubros.
Si ante este sector mantenemos el discurso de “Hay que blanquearlos para que paguen impuestos, aporten a la seguridad social y al sindicato para tener cobertura de salud” van a salir huyendo, su respuesta es “¿Ahora se acuerdan de mi y es para sacarme guita? ¿Dónde estaba el Estado cuando lo necesité?, ahora que no me jodan”. Ya sé que muchos trabajan 13 horas diarias y de lunes a lunes, pero te contestan “junto 200 lucas al mes y son para mí, me ofrecen trabajo registrado y con aportes pero me pagan la mitad y con descuentos me quedan 80 lucas, con 200 vivo ajustado, con 80 mi familia o yo (si viven solos) nos morimos de hambre”.
Para llegar a ellos hay que ir a escucharlos y preguntarles como podemos ayudarlos, lo del blanqueo está bien, pero va a llevar tiempo y muy buenas propuestas como para que sea mejor que como están, a los que dicen “Es un resultado de los nuevos tiempos, son individualistas, no les interesa el trabajo en blanco, ignoran a los sindicatos, es la desintegración de la comunidad” les digo, puede ser cierto ¿Pero qué les ofrecemos como para que piensen distinto?
Si queremos hablar de recaudación fiscal empecemos por los grandes evasores, los que tienen la guita en paraísos fiscales, por los barrios privados que aún figuran como baldíos, que no pagan impuestos ni como barrio ni los habitantes, están colgados de la luz y nunca escrituran para que los propietarios no incrementen sus bienes personales, por los grandes estudios jurídico-contables que jamás dan facturas por sus servicios o trabajan varios profesionales pero solo firma uno para no pagar matrícula, lo mismo pasa en la medicina y la arquitectura.
Tenemos pendiente una gran reforma educativa, empezando por los programas de estudio que son vetustos y repiten en sus contenidos la visión antinacional de la historia y hasta de la geografía, los horarios (tiene sentido levantar un pibe de 7 años a las 6:30 de la mañana para que empiece su jornada a las 8, en invierno?), debe ser obligatorio dar el desayuno y un almuerzo, para que los chicos al menos tengan dos comidas y dejen de dormirse en el aula o estén en igualdad de condiciones, eliminamos las escuelas diferenciales para los chicos con alguna discapacidad, para “integrarlos” pero no les garantizamos ni auxiliares terapéuticos ni la docente que lo acompañe, todo es un sufrimiento para los padres que deben correr de un lado a otro para renovar el certificado o que la obra social cubra esa necesidad, aprobamos leyes de jornada completa pero no se aplica porque apenas si hay capacidad en las escuelas para asegurar la jornada común.
Hace poco un funcionario me decía, ante mi pregunta sobre porque no se trataba en el parlamento una nueva ley sobre nocturnidad y violencia a los jóvenes, “En un año electoral no vamos a poner el tema seguridad en debate, es darle de comer a la oposición”, alguien debe hacerle entender que lo que da de comer a la oposición es NO hablar de la inseguridad, ocultarla o definirla como una “sensación” y si no lo entiende pedirle la renuncia.
Ya lo mencioné antes pero en lugar de escandalizarnos con el hecho que muchos jóvenes, indignados por no conseguir trabajo o tener que trabajar como ya lo comentamos antes o aceptar uno, en relación de dependencia, pero precario y mal pago, que ven a sus padres que trabajaron toda su vida y no tienen donde caerse muertos, que han perdido toda esperanza en que estudiar les permita mejores oportunidades, que no puede ni pensar en alquilar un monoambiente para irse a vivir solo porque los alquileres arrancan de 70.000 $ más expensas e impuestos, que aunque deseen estudiar no pueden compaginar los horarios con sus “changas” y menos comprar un libro o un apunte, digan que van a votar a Milei u homínidos similares, pensemos porque están enojados, violentos, indignados, no creen en nadie ni en nada y veamos como podemos acercarnos, oírlos y darle oportunidades positivas de canalizar su disgusto.
Alguno/as compañero/as, dicen: “¿Como pueden seguir a un discípulo de Hayek”?, en serio creen que dicen que lo van a votar porque leyeron a Hayek o Fridman? ¿Tan lejos de la realidad esta nuestra autodenominada “clase política”?
El FMI ya está “adentro” nos lo metió el apátrida de Macri, la deuda está ahí y todos sabemos que cuando estamos endeudados hasta las orejas, los acreedores imponen condiciones, suena lindo repetir hasta el hartazgo “Néstor le pagó y sacó al país del FMI” ¿Pero dónde están los 45.000 millones de dólares para pagarle ahora? No los tenemos, ni los vamos a conseguir “con un par de cosechas” así que hay que ser serios, negociar con firmeza y habilidad, ganar tiempo, esquivar condiciones inaceptables y tratar de ir saliendo, nadie nos va a acompañar en una ruptura con el FMI, NADIE.
Como se empezó a hacer en el 2020 y 2021, hay que ir a los sectores que pueden crecer y generar divisas, por ejemplo, los miles de emprendedores de la economía del conocimiento, que trabajan desde aquí para el exterior, ¿Hasta cuándo van a tener que ir al Uruguay a abrir una cuenta en dólares en un banco para poder cobrar?, van y vienen una vez al mes, muchos luego le venden dólares a amigos o conocidos, otro mercado paralelo, para hacerse de pesos. ¡Ellos no le sacan dólares al Banco Central, ellos traen dólares!
No soy un experto en educación, divisas, exportaciones o impuestos, pero el peronismo debería tener profesionales formados en el pensamiento peronista, o al menos nacional y popular, para pensar y elaborar reformas impositivas, sistemas de atracción al cuentapropismo, reformas al sistema educativo o de salud y ponerlas a consideración del pueblo argentino, obviamente dialogando con los involucrados, es decir con el pueblo argentino.
Hemos hartado a jóvenes y no tan jóvenes hablando del pasado, el pretérito y el más cercano, el pretérito debemos incorporarlo correctamente a los planes de estudios para que las nuevas generaciones sepan lo que fue e hizo el peronismo, y el más cercano debemos debatirlo para encontrar una explicación razonable a porqué después de una “década ganada”, perdimos las elecciones del 2013, 2015 y 2017, las dos últimas frente a un esperpento como Macri, tuvimos que unirnos aunque sea por espanto para no volver a perder en 2019 y estamos en serio riesgo de perder el 2023, es más ante los desaguisados y disparates que cometen hora a hora lo/as líderes “indiscutidos” y sus herederos, parecería que el criterio es que si ellos no tiene el poder absoluto a la hora de armar listas, establecer estrategias y gobernar, mejor que estalle todo en mil pedazos, suframos una derrota escandalosa y “cuanto peor, mejor” ellos regresen como salvadores en algún momento de nuestra historia.
El peronismo siempre propuso la esperanza, transmitió que hay un futuro posible, y cuando gobernaba revolucionaba de tal manera la realidad que el pueblo no sólo se convencía que un país con justicia social, con presente y futuro para sus hijos, donde cada generación iba a vivir mejor que la anterior, sin excluidos ni “descarte social” era posible, sino que lo hacía realidad, podía decirle a sus hijos “yo lo vi y lo viví”, de cada gobierno se salía con la vara más alta y pese a los golpes gorilas nunca se volvía del todo al inicio, siempre se arrancaba de más adelante, las conquistas y la conciencia no pudieron ser destruidos pese a las proscripciones, la represión y hasta la desilusión con algunos dirigentes. Por eso debemos preguntarnos como fue posible que luego de “una década ganada” y doce años de gobierno, Macri en apenas cuatro años haya borrado hasta la ley de medios, y no me digan que fue por las traiciones, porque traiciones y traidores hubo siempre.
Por eso, para ir finalizando, se trata de mirar a los compañeros que están gobernando municipios o provincias, ver que están haciendo y cómo acompañarlos discutir con ellos si vemos o creemos ver, desvíos del pensamiento peronista. Hay que hacer lo propio con los dirigentes sindicales, barriales y sociales, con aciertos o errores son compañeros y han sido la última trinchera y muy efectiva por cierto contra los avances oligárquicos.
Hay que acercarse a los vecinos, compañeros de escuela o facultad, hablar con ellos, convencerlos que con desentenderse de lo que pasa en el barrio, el edificio, la escuela, lo único que se logra es acelerar el deterioro, sin mesianismos y abandonando frases tan gorilas como “bajar línea” o “bajar a las bases” que presuponen que nosotros estamos “arriba” en poder, inteligencia o conocimientos.
El peronismo no está vencido, superado o en extinción, está más vivo que nunca, en cada comedor popular, club de barrio o asociación vecinal, cooperativa, asociación de jóvenes, en las parroquias, en cada Unidad Básica que está abierta a los vecinos, en cada cuerpo de delegados sindicales, en cada uno de ustedes si sufren y se angustian ante las barrabasadas de los “dirigentes” y sienten que tienen que hacer algo para recuperar la alegría, la esperanza, las ganas de ver a nuestros compatriotas con sus sueños recuperados y superar la ira, la agresividad que hoy mostramos todos como fruto de la falta de ellos o de las defraudaciones que hemos sufrido.
A sacar de la mochila el “bastón de mariscal” del que nos hablaba Perón, a dar esta batalla táctica de las próximas elecciones, porque, aunque sea táctica, se juega mucho de nuestro futuro ya que si ganan los personeros de la oligarquía los que van a sufrir son las mujeres y hombres del pueblo, las dirigencias de superestructura, en muchos casos tiene su presente y el futuro de sus hijos asegurados. En esa batalla electoral iremos dando la otra batalla, Marechal nos hablaba de “La batalla terrestre” y “La batalla celeste”. Esa otra batalla es la de recuperar nuestra identidad peronista, nuestras banderas y doctrina, reconstruir una dirigencia nacida del fragor de la batalla, actualizar un proyecto nacional que tenga respuesta a los viejos y nuevos desafíos y todo ello hacerlo con, desde y en el pueblo, sin seudoelegidos, mesiánicos ni iluminados, sin tecnócratas de laboratorio, nacional, popular, sencillo y al alcance de todos, eso es el peronismo, al fin de cuentas.

“Dicen los griegos, que cuando comenzaron elegían a sus conducciones, tanto en la política como en lo militar, que nunca las guerras o las conquistas fueron mejor desarrolladas que cuando eligieron a sus conductores en los momentos de peligro y los pusieron a actuar” (“Conducción política” Juan Domingo Perón)

De estos peligros surgirán las conducciones, en todos los niveles, capaces de representar cabalmente las esperanzas de todos los argentinos y “llevarlas como bandera a la victoria”.

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