Milei: el héroe atrofiado. Por Gabriel Sanchez

El escritor de cómics, Alan Moore, había dicho que le preocupaba mucho ver hombres adultos haciendo filas en los cines para ver a superhéroes que fueron creados en los años 40 para entretener a niños de 12. Le preocupaba esa infantilización de la gente, esos hombres adultos, que se amontonan en los cines para volver a un pasado, donde todo era más sencillo.

Unos años después llega Trump, y Moore encuentra una relación entre el boom del cine de superhéroes y el ex presidente de Estados Unidos, dice que ese tipo de cine promueve el fascismo. Hombres adultos disfrazados de Iron Man o Superman, suena divertido y hasta inocente. Ver esas largas filas de personas disfrazadas y haciendo bardo en las convenciones y los cines. Pero los disfraces, como las máscaras son herramientas para exponer anhelos ocultos, por un rato ser alguien más y no sólo eso, al mismo tiempo estar rodeado de otras personas que comparten también esos anhelos.

Las máscaras, como los disfraces, nos permiten ser alguien más por un rato, no sólo da una identidad nueva y momentánea. También nuevos valores, nuevas formas de ver el mundo que nos rodea.

“Soy el general Ancap. Vengo de Liberland (..)Un país donde no se pagan impuestos, un país donde se defienden las libertades individuales, donde se cree en el individuo y no hay lugar para colectivistas hijos de puta que nos quieren cagar la vida. Mi misión es cagar a patadas en el culo a keynesianos y colectivistas hijos de puta que nos quieren cagar la vida.”

Estas palabras fueron dichas por el presidente Milei, allá por 2019 en una convención de Otakus, mientras sostenía un tridente, tenía un antifaz negro y un traje amarillo y negro.

Lo que hace un superhéroe, es trazar una línea donde separa el bien del mal. El héroe es el bien. Y como representante de esas virtudes positivas tiene la capacidad de decir por todo el resto. Como juez, abogado y verdugo. Y al ser el portador de las noblezas humanas, puede usar todas sus fuerzas para luchar contra esa abstracción filosófica que es “el mal”.

Y un pueblo que fue moldeado y monopolizado históricamente por la cultura yankee, es probable que sufra del mismo síntoma que fue descrito por Alan Moore. Y si a esto le sumamos la constante crisis que viene atravesando el país y la desilusión por el viejo sistema político, todo esto fue la semilla que echó raíces, se expandió y llevó al gran general Ancap a la presidencia.

Esta infantilización cultural y globalizadora de los superhéroes, tiñe al adulto promedio de un barniz de intolerancia. Porque con el mal no se negocia, se lo combate y se lo derrota.

El general Ancap les dio a todos un enemigo en común: “los zurdos de mierdas” y más allá de los delirios místicos que suelen tener los superhéroes, que creen tener la misión de salvar a la humanidad y que nadie más que ellos lo pueden hacer. En algún punto de la historia, necesitan el apoyo de los desahuciados que dice proteger. Porque sin el apoyo social, es sólo otro idiota disfrazado.

Hannah Arendt decía que los totalitarismos no nacen entre los violentos y los ignorantes, sino entre los solitarios y cuando más crecen estos movimientos son en los tiempos de pobreza. Decía que en esa falta de propósito las personas encontraban en los movimientos totalitarios una causa para entregarse en cuerpo y alma.

El general Ancap ahora es gobernante indiscutido, montó su ejército sobre una generación devastada y sin esperanza. Y les dio un culpable de todos los males: “La justicia social”.

Milei está tan abstraído en esa ciudad gótica caricaturesca que montó en su cabeza, que nada, ni nadie lo va a sacar de ese sueño. El traje de presidente es sólo momentáneo, en el fondo de su ser se ve a sí mismo como un ser predestinado a salvar al país, como un verdadero salvador.

El futuro a corto plazo del general Ancap es predecible, seguirá adelante con su cruzada imaginaria y con un grupo de fanáticos detrás. Mientras cree salvar la nación un grupo de empresarios y la resaca más reaccionaria del PRO ajusta leyes y decretos a su medida.

Cuando el general Ancap llamó a Caputo le dijo que Dios lo había elegido para que sea ministro, era una tarea divina. En los delirios místicos en su punto culmine, Milei cree estar armando una especie de liga de la justicia, nadie lo va a ser creer algo distinto, esa su tarea divina y como Mel Gibson en “Corazón Valiente”, piensa gritar: “Viva la libertad, carajo”, mientras es despedazado por ese mismo pueblo que lo coronó. 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *