No se puede confiar en un fanático de Dylan. Por Gabriel Sanchez

Los vaivenes emocionales y políticos de Milei, sumado al show represivo y mediático de Bullrich, le dieron una inesperada oportunidad al peronismo, la oportunidad de no tener que dar muchas explicaciones sobre el actual presidente del partido justicialista.

Alberto Fernandez está recluido en España y todo el partido suspira con alivió, su silencio se debe a la propia estructura psicológica que tiene Alberto de sí mismo. La autopercepción que tiene de él y de lo que fue su gobierno. La imagen que le devuelve el espejo está igual de distorsionada que el recuerdo de su gobierno.

El ex presidente cree en el fondo de su ser, que lo suyo fue un gran gobierno, de la misma manera que cree que es un gran guitarrista, y aún mejor compositor. Allá por 2021, todavía con la pandemia al hombro dijo: “Ustedes saben que tocó la guitarra y que canto. Y en estos tiempos hice una canción que me motiva mucho”, y acto seguido pasó a las estrofas que harían que cualquier aspirante a payador agache la cabeza de vergüenza: “Si me pierdo, yo me encuentro. Si me caigo, me levanto. El secreto en está vida es seguir cantando”, para suerte de todos, recito su estribillo sin guitarra de por medio.

Dylan (el perro) recibe su nombre por Bob Dylan (el cantante). Muchas líneas de tintas fueron escritas a lo largo del tiempo para trazar el paralelismo de la política y la cultura del rock, mucho se dijo de la influencia de la música en la política, pero nunca en la historia tuvimos la oportunidad de ver el daño social que puede causar un político con aspiraciones artísticas frustradas (sacando el caso de Hitler pero eso queda en manos de los expertos en pinturas).

“Yo aprendí a tocar la guitarra, junto con la armónica para parecerme a Dylan”, dijo Alberto en un video que grabó especialmente para Télam, por los 80 años del cantante. El camino de Alberto en la presidencia puede ser comparada y entendida por la influencia de los discos y la poesía de Dylan.

“El poeta impopular casi justamente olvidado”, como la bautizó Jorge Asís, se cruzó con la presidencia de la nación, gracias al dedo mágico de Cristina que lo señaló y como si fuera una varita mágica lo catapultó a la Rosada. Pero como bien dijo Alberto, su aspiración siempre fue parecerse a Dylan.

Cuando soltó las estrofas de “si me caigo, me levantó”, es donde se puede ver que esas aspiraciones siguen intactas, esa canción que cantaba en pandemia para darse ánimo, es el claro reflejo de la obsesión que lo persigue desde los 12 años, cuando leyó “Tarántula” y desde ahí su vida y su psiquis quedaron arruinadas para siempre.

Bob Dylan escribió “Blowin in the Wind” a principios de los años 60, y hoy en día es recordada como la canción insignia de los movimientos por los derechos civiles de la época. Cuando Alberto compuso “si me caigo, me levanto”, en plena pandemia, su deseo más profundo era, al igual que Dylan, escribir una canción que marcará una generación. Ahora a la distancia sabemos que eso no pasó. Por más perdido y confundido que este el movimiento popular no los veo marchando y cantando: “Si me pierdo, yo me encuentro…”

El mejor momento de Alberto llegó con la pandemia y su show de filminas por cadena nacional. Ese éxito momentáneo le hizo creer que era el momento correcto de romper relaciones con su hada madrina Cristina.

A mediados de los 60 Dylan dejó de componer canciones de protesta, rompió con el movimiento folk, guardó la guitarra criolla y enchufó la eléctrica, la vieja guardia de izquierda nunca se lo perdonó y Dylan les respondió con I like Rolling Stone. Alberto creyó que estaba pasando una etapa parecida, en el auge del show de las filminas, se paseaba por la Quinta de Olivos cantando “How does it feel, how does it feel?… ¿Cómo se siente, Cristina?”. Mientras en los televisores se veía a sí mismo siendo el gran presidente que nos salvó de la pandemia.

Lo peor que le puede pasar al movimiento justicialista no es que Alberto ostente la presidencia del partido hasta 2025, sino que un rapto de estupidez escriba una canción de protesta contra Milei.

Un comentario en «No se puede confiar en un fanático de Dylan. Por Gabriel Sanchez»

  • el febrero 6, 2024 a las 9:58 pm
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    Inteligencia y profundidad en el análisis.
    Discurso adecuado y merecido para el entierro de Alberto F.

    Abrazo

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