El supermercado peronista. Por Gabriel Sánchez
Las explosiones sociales que se dieron a comienzos del siglo en todas partes del globo, como fue la primavera árabe, los indignados en España, los jóvenes chilenos (solo para nombrar unos pocos). Demostraron que a esa primera reacción de manifestación, le debe seguir otra, que es la institucionalización de la alternativa política. Esa segunda instancia, ahora lo sabemos a la distancia, no se materializó en ninguna parte del mundo.
Puede ser por el cansancio propio del cuerpo social manifestándose constantemente, que se fue diluyendo con el tiempo. O por la unidad de estar “en contra”, porque si lo pensamos, la mayoría de las revueltas populares que se dieron fueron por pleno rechazo a una determinada situación (o un cúmulo de ellas). De ese rechazo inicial que puede ser por una decisión política, o en rechazo a un gobierno o un determinado gobernante. De ese fogonazo inicial de rechazo, no se llegó la otra etapa de “unidad para construir la alternativa”.
Otra de las supuestas virtudes de estos movimientos sociales era la falta de líderes, se resaltaba el hecho de que era el pueblo marchando y es probable que esa falta de liderazgo sea la razón por la cuál no se llegó a una segunda parte.
Hoy las bases del movimiento nacional naufragan por un supermercado digital e imaginario peronista, un día consumiendo y alzando a un Grabois, después se pasa a un Cúneo, para llegar a la caja registradora y decidirse por un Moreno, lo mismo al día siguiente, pero está vez se llevan una CGT.
Ese caminar por los pasillos imaginarios del supermercado peronista lleva a la total confusión, si a esto le sumamos “el shock de indignación” constante. Lo que está haciendo Milei, es todo el día y todo el tiempo estar anunciando medidas contra el pueblo, no terminamos de procesar una, que ya nos indignamos con otra. Esto genera un estado casi catatónico, la falta de reacción es la norma y la indignación aumenta esa parálisis.
A pesar de las marchas que se dieron como la de la CGT, el 8M o el 24 de Marzo, todavía esa alternativa nacional parece no cuajar. Ese camino que promete el campo nacional parece no divisarse, no se ve ni una sola huella. La falta de norte en las bases y los viejos carcamanes de la cúspide política parecen no entender el momento social que está viviendo, sentados especulando fechas o hechos que detonen la explosión social; y esa exploción nunca llega.
Mientras se siga estirando la confusión y el estado de indignación, la alternativa nacional no empezará a nacer. Si no se empieza a gestar la alternativa, en las próximas elecciones terminaremos manoteando de los estantes del peronismo, comprando a rebaja un “2X1 en Pichetto”. Esa próxima elección, que dicho sea de paso, puede pasar en cualquier momento.