La Marcha Federal y el presente y futuro de la Universidad Argentina. Por Elio Noé Salcedo

La Marcha Federal por la Universidad Pública del 23 de abril de 2024 significó sin duda un punto de inflexión en la crisis argentina, tanto por la defensa de ese bien social estratégico que es la Universidad Pública, como por la participación en la marcha de sectores fundamentales del quehacer y la vida nacional, pertenecientes a las clases medias y al Movimiento Obrero Organizado en particular: la Confederación General del Trabajo y una inmensa cantidad de gremios.

Sin duda, la masiva concurrencia a la Marcha demuestra ese carácter estratégico que la Educación Pública y la Educación Universitaria específicamente tienen para el país y para todos sus sectores sociales.  La producción científica y tecnológica y la movilidad social ascendente que ella depara, son valores que la sociedad ha hecho suyos. Queda impugnada por esa razón la crítica de algún sector del periodismo, e incluso de la propia Universidad Pública (comprometidos con el actual gobierno que la quiere destruir), apuntada contra los sectores sociales no universitarios que apoyaban la marcha, que participaron masivamente de ella y que le dieron la contundencia y el carácter nacional logrados.

En efecto, podríamos asegurar que la Marcha Federal fue auténticamente “nacional” en todo el sentido de la palabra: geográfico, pues se manifestó en todo el territorio nacional; sociológico, en la medida en que participaron de ella no solo los sectores universitarios sino casi todos los sectores sociales de nuestro país; ideológico – político (en su mejor sentido), ya que reivindicó -con las múltiples consignas portadas por los propios manifestantes- las verdaderas y profundas necesidades e intereses nacionales y populares, es decir de toda la Nación y el Pueblo Argentino.  

Una reflexión necesaria

Esa importancia o valor social que la Universidad ha adquirido en nuestro país nos debería llevar a poner el foco y hacer más hincapié en los contenidos de laenseñanza universitaria en general y sobre todo en lo que atañe a las ciencias humanas y sociales, para adecuar esos contenidos a las necesidades fundamentales y estratégicas de nuestro país a nivel político, geopolítico, económico, social, humano, cultural y educacional mismo, lo que significa orientar el ideal educativo de nuestra Universidad Pública, no a la formación de un educando “abstracto”, “global”, “universal”, “ciudadano del mundo”, sino de un educando particular y específico -el educando argentino en contexto latinoamericano- con una cabal conciencia nacional de nuestros problemas nacionales y sus soluciones definitivas, que lógicamente requieren de su conocimiento (investigación), estudio, análisis y conclusiones pertinentes y de la discusión y debate de esas conclusiones con la sociedad y los sectores involucrados.

Si por la Universidad pasa (o debería pasar) o en ella se forma (o debería formarse) la Inteligencia de un país, entonces ella debe entender como nadie todos los problemas del país y al país mismo en su esencia -y no solo sus propios problemas o problemas específicos-, con la misma intensidad, profundidad y lucidez con que entiende su propia problemática y la importancia y necesidad indudable de la educación pública universitaria.

La Universidad Pública Argentina debe entender, como ningún otro ámbito en el país -munida de las herramientas científicas necesarias, a través de las llamadas “ciencias blandas”  (Historia, Geopolítica, Economía, Ciencias Humanas y Ciencias Sociales) y, por supuesto, también, de las llamadas “ciencias duras”-, nuestros más graves problemas y desafíos nacionales a nivel político (Soberanía, centralidad del Estado, sistema político), geopolítico (América Latina, Malvinas, política exterior argentina, inserción en el mundo), económico (industrialización, desarrollo productivo, desarrollo nuclear, energético, agropecuario, científico y tecnológico), social (problemáticas fundamentales de todos sus sectores sociales), cultural, artístico y obviamente educacional.

En el ámbito educativo aparece una problemática, al parecer dejada de lado, como resulta en particular la problemática de la colonización pedagógica, presente en la cultura y en la educación argentina desde nuestro primer siglo de vida institucional como país, política, jurídica y formalmente soberano, aunque económica y culturalmente dependiente, condición o carácter que el revisionismo histórico científico -no tenido demasiado en cuenta como apoyo teórico y metodológico en nuestra Universidades- ha catalogado de semicolonial, una de las tantas categorías aportadas por el revisionismo histórico, poco conocidas y estudiadas en nuestra propia Universidad Pública.

Si nuestras propias problemáticas no se estudian y, por el contrario, se desconocen en nuestra Universidad, ¿qué se puede esperar de los demás sectores? ¿Cómo el país puede llegar al entendimiento de los propios problemas que arrastra desde hace muchos años y décadas (inclusive desde su misma conformación como país), sin atender a ellos desde la Universidad Pública al menos, y darle definitiva solución? ¿Qué o quién podría contrarrestar la acción des-informante y deformante de los medios monopólicos y hegemónicos de comunicación en la Argentina? Es precisamente el desconocimiento de esas problemáticas que nos aquejan a todos, la falta de su estudio y de resolución, lo que le impide a nuestro país realizarse plenamente como tal y realizar así a sus integrantes, completando de esa forma su desarrollo integral como país soberano.

¿De dónde debería surgir el conocimiento cabal de nuestra historia, de nuestra realidad presente y las previsiones para nuestro futuro? Tenemos una respuesta a priori: o surge desde nosotros o nos las impondrán las usinas de conocimiento y de soluciones ajenas a nosotros, como ha ocurrido a lo largo de la historia argentina, salvo durante algunos períodos excepcionales, como esos que nos dieron la Educación Pública, impulsaron la Reforma Universitaria o declararon la Gratuidad de la Enseñanza Universitaria y crearon la Universidad Obrera, hoy conocida como Universidad Tecnológica Nacional.

Es por eso que debemos defender la Educación y la Universidad Pública, sin olvidar que, sin ese país, ese Estado soberano y la necesaria conciencia nacional que fundó y permitió la Educación Pública y la mejoró en todos sus niveles, no habrá educación, salud, trabajo, seguridad social ni bienestar para los argentinos.   

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *