La Selección ganó también la batalla cutural
Fútbol, política y ultra feminismo. El ejemplo de un equipo unido y solidario, la fe, el amor a la familia, los hijos, la humildad, la gratitud y otros valores transmitidos con naturalidad, además de la negativa a ser objeto de uso político-partidario, dejan un tendal de descalificados.
Por Claudia Peiró
Los integrantes del Seleccionado argentino de fútbol fueron criticados por unos y elogiados por otros por no ir a saludar al Presidente a su regreso de Qatar. Tanto críticas como elogios son fruto de un malentendido.
En los días subsiguientes a su llegada al país, Enzo Fernández y Exequiel Palacios, homenajeados en San Martín por más de 20 mil vecinos, no tuvieron problema en fotografiarse con el intendente, Fernando Moreira (Frente de Todos, la misma fuerza a la que pertenece Alberto Fernández), que los declaró “Ciudadanos Ilustres” de esa localidad bonaerense.
Lo mismo pasó con Alexis Mac Allister en su provincia, La Pampa, donde también fue recibido como un héroe, cuando recorrió las calles de Santa Rosa desde el aeropuerto, a bordo de un camión y escoltado por una multitud, hasta la Casa de Gobierno donde se reunió con el gobernador Sergio Ziliotto (PJ, cercano a Sergio Massa).
Todo Calchín salió a recibir a su nuevo ídolo, Julián Álvarez. El intendente, Claudio Gorgerino, radical, le entregó las llaves de la ciudad. Lo mismo pasó con el también cordobés Nahuel Molina en Embalse: homenajeado por toda la ciudad, subió al escenario con el intendente justicialista Federico Alesandri.
Lautaro Martínez tuvo su bienvenida en Bahía Blanca en un acto del que participó el intendente Héctor Gay, que pertenece a Cambiemos.
El propio Lionel Messi, que al llegar a Ezeiza gambeteó en la pista el saludo con el ministro del Interior, Wado de Pedro, no puso objeción a ser recibido en su provincia por el gobernador peronista, Omar Perotti, ni tampoco en fotografiarse y hasta grabar un video con el intendente de Funes, Roly Santacroce (Frente de Todos). Junto con Messi, también Ángel Di María fue recibido por Perotti en el aeropuerto de Rosario.
Finalmente, Claudio “Chiqui” Tapia, el mismo que “taponó” a Wado de Pedro para evitar que saludara a Messi en Ezeiza, viajó el pasado lunes 26 a San Juan para cumplir su promesa de llevar la copa a la Difunta Correa, y recibió el diploma de “Ciudadano Ilustre” de manos del gobernador justicialista Sergio Uñac, con quien se fotografió sonriente. Además, se llevó una medalla con la imagen de Sarmiento, que seguramente no revista entre los próceres favoritos de un peronista como él.
En síntesis, una sucesión de gestos de amplitud y unidad que demuestra que por parte de los jugadores y directivos no hubo un rechazo a la política o a lo institucional, sino a una idea de facción. Idea ratificada por Cristina Fernández de Kirchner cuando unos días después fue a inaugurar el polideportivo Diego Armando Maradona en Avellaneda. No es que el astro fallecido en 2020 no merezca homenajes; es la indisimulada intención de polarizar.
Ya en su felicitación al capitán de la Selección, CFK envió “un saludo especial después de su maradoniano ‘andá pa’allá bobo’”. El kirchnerismo idolatra a Diego solo porque lo considera propio; del mismo modo que lo denostaría -si pudiera- en caso de sentir lo contrario. Como de hecho algunos intentaron hacer con el equipo Campeón del Mundo por no ir a la Rosada: “desclasados” fue una de las acusaciones que les lanzaron unos revolucionarios de café o, mejor dicho, de set de televisión (oficial).
Conciencia tumbera versus buenos modales. Ese fue el espíritu que animó las reacciones de ciertos referentes a uno y otro lado de la grieta, que pretendieron “usar” a las dos figuras más célebres de nuestro fútbol para llevar agua a su molino; un espíritu totalmente ajeno al de la gente y al de los propios flamantes campeones. Y ajeno a Messi que agradeció a Maradona: “Esta Copa que conseguimos es también de todos los que no la lograron en los anteriores Mundiales. También es del Diego que nos alentó desde el cielo”.
Para los argentinos es Maradona y Messi; para los jugadores de la Selección y para su propio Capitán, también. “No traten de entenderlo. ARGENTINA Con lo bueno y con lo malo te amo”, fue el conmovedor y profundo mensaje de Messi desde la caravana prematuramente interrumpida por culpa de políticos obsesionados por la foto, que no pensaron en asegurar un recorrido para que toda la gente movilizada pudiera saludar a los campeones.
Sorprende una dirigencia que aspira a conducir el país y no entiende esto. No muestra espíritu de grandeza, de unidad, ni encarna al país. Parafraseando al filósofo (“soy un hombre, nada de lo humano me es ajeno”), un líder o aspirante a líder debería decir: “Soy argentino, nada de lo argentino me es ajeno”.
Ese fue el primer valor que transmitió la Selección en todo su desempeño: el conjunto está por encima de las partes. Por todos lados, todo el tiempo, tuvo conductas de unidad. Primero, entre ellos: nadie puede transmitir a otros una solidaridad que primero no practica con su mismo grupo. Esto quedó claro cuando, a lo largo del torneo, el director técnico puso y sacó jugadores sin que haya habido un solo gesto de discordia en torno a sus decisiones. Un espíritu de cuerpo fundamental en el logro del éxito y hoy totalmente ausente en la política.
No pudo ser mayor el contraste con las actitudes de los dirigentes, que hoy nos regalan el espectáculo de la reedición del enfrentamiento Capital versus Resto del país.
FEMINISTAS AL BORDE DEL ATAQUE DE NERVIOS
La agencia de noticias que debería ser estatal pero en realidad es oficial pretendió usar a la Selección para confirmar su teoría de “nuevas masculinidades”: el feminismo habría abierto “un camino para que ellos puedan llorar y emocionarse”, decían en un artículo que destacaba los abrazos entre jugadores, el psicoanalista que consultó el Dibu Martínez y la caricia de un jugador en la cabeza de un niño… La manía fundacional no descansa. ¿Nunca vieron a varones llorar antes del MeToo? ¿A jugadores abrazarse en la cancha? ¿A hombres ser cariñosos con sus hijos o con otros niños? ¿En qué planeta viven? Ahora resulta que la ternura masculina se la debemos al feminismo… Vayan pa’ allá…
Esta administración, que no gobernó pero todo lo hizo con deformación de género, quiso llevar agua para su pobre molino.
Pero, a medida que pasaron las horas, Scaloni y Messi persignándose, el gesto procaz y poco deconstruido del Dibu al recibir su premio y, sobre todo, increíblemente, las fotos de los jugadores con sus esposas e hijos empezaron a poner nerviosas a las promotoras de la guerra de sexos y cultoras del anti-natalismo, que ven en el embarazo una enfermedad y celebran la cifra de abortos (aunque van por más).
Como escribió @oconalf en Twitter: “Ahora el problema no es la falta de afrodescendientes, sino la heteronormatividad de la selección nacional de fútbol. Se pasan”.
La nota la dio una exponente de este ultrafeminismo, desesperada porque la Selección no encaja en la ideología que quieren imponer: “Se intenta sellar el fin de la fiesta mundialista con la apología de la familia tradicional. Las fotos de los jugadores con sus familias, repetidas al infinito, se sitúan como el epílogo de otra cosa que había desbordado, más lúdica, inclasificable, más multitudinaria”.
Faltó que denuncien “violencia simbólica”.
La familia es la criptonita para el súper-feminismo.
VALORES QUE MERECEN SER EXPRESADOS
Ni hablar de la fe que los hace huir como vampiros ante la cruz, así de ajenos están al sentir popular. Todo el mundo se conmovió al ver a Lionel Scaloni estallar en llanto después de tanta emoción contenida a lo largo del torneo, antes del abrazo contenedor de Leandro Paredes. Pero la mayoría eligió pasar por alto el gesto inmediatamente anterior cuando besó el terreno y se persignó.
0 seconds of 26 secondsVolume 0%Lionel Scaloni se persigna antes de romper en llanto
Los políticos de hoy creen que hablar de Dios es demodé. No es cool.
Es otra lección que les da Messi: con humildad, no se cansa nunca de decir que el don lo recibió, que nació con él: “Dios me hizo así”.
Ya cuando ganó la Copa América, embargado por la emoción, decía: “Sabía que Dios me iba a regalar esto”. Los gestos de Messi y Scaloni y Tapia cumpliendo su promesa, entre otros, operaron como un poderoso antídoto contra el relativismo.
Cinco millones de personas salieron a las calles en los festejos por el Mundial. Sin micros, sin choripanes, sin clientelismo. Cinco millones de personas y no hubo desmanes. Pese a la desidia de quienes deben velar por la seguridad y el orden, apenas unos pocos incidentes y provocaciones, insignificantes en proporción al número.
La Selección se convirtió así en el vehículo de expresión de la Argentina profunda, la que está sola porque la política no la representa; esa que espera un interlocutor a la altura de su espíritu.
La Selección ganó la batalla cultural. Los agradecimientos a Dios y a sus familias, la humildad, el amor a la Argentina. Sencillo, elemental, profundo. Ese amor y esos valores merecen ser expresados.
Fuente: Infobae